Drazen Petrovic
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Heisenberg
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Drazen Petrovic
Hoy se cumple el 19º aniversario de la muerte del mítico jugador de baloncesto Drazen Petrovic, uno de los mejores escoltas de la historia de este deporte y uno de mis grandes ídolos
Última edición por Heisenberg el Lun Jun 10, 2013 10:26 am, editado 1 vez
Heisenberg- Mito y Leyenda
- Mensajes : 7512
Fecha de inscripción : 08/03/2012
Re: Drazen Petrovic
en la nba iba cada dia a mas . estaba diseñado para el anillo en un grande. ver la camiseta del madrid en este jugador ya es un titulo. como sabonis , bodiroga , djordjevic, martin, corbalan. mi top blanco
pantuflo- Moderador
- Mensajes : 34984
Fecha de inscripción : 14/02/2010
Localización : barcelona
Re: Drazen Petrovic
Este es el único caso de jugador que habiéndolo odiado antes de llegar a nuestro club ya sea en fútbol en basket, acabe queriéndolo de verdad, en los nets era de los jugadores más queridos, evoluciono mucho físicamente y en su defensa, y por supuesto en ataque era muy respetado, con asiduidad superando los 20 puntos y si no me equivoco en su último año mejor porcentaje en triples de la nba, un grande de verdad.
Nunca te olvidaremos.



Nunca te olvidaremos.

MB- Galáctico
- Mensajes : 3722
Fecha de inscripción : 22/04/2012
Localización : Canarias
Re: Drazen Petrovic
Que grande, como dice Muerte Blanca, nunca te olvidaremos



andaluxi- 1 Champions
- Mensajes : 27109
Fecha de inscripción : 14/02/2010
Re: Drazen Petrovic
El jugador que mas odie en la vida, la puta Cibona y petrovic eran la pesadilla del madridismo, maldije el dia que lo ficharon, me planteaba dejar de seguir el basket, tal era mi cabreo, pero cuando leí su rueda de prensa y la famosa frase, "cuando meta el primer triple al barcelona y les saque la lengua, todos los madridistas me adoraran", y así fue, el cabronazo nos enamoro a todos, un genio, escuela balcanica cien por cien, puto talento, sin ser un dotado fisicamente, como el gran mirza delibasic, en la Nba le costó, pero se hizo un hueco en el Olimpo, y cuando ya tenia el respeto de la ligase nos fue. Un grande de verdad.
FRM- Mito y Leyenda
- Mensajes : 28800
Fecha de inscripción : 22/06/2011
Re: Drazen Petrovic
Para los aficionados al deporte hay nombres con una mística tan especial detrás que con solo ser pronunciados sugieren la esencia misma de su disciplina. Declamamos esos nombres con parsimonia y delectación, dejando que las sílabas se derramen de nuestros labios y vayan adquiriendo poder poco a poco, jugando con los sonidos y produciendo un efecto mágico y sensual en nuestro subconsciente.
Uno de esos nombres es el de Drazen Petrovic.
Y como muchas de las leyendas que terminan en una admiración casi reverencial, esta empezó desde el odio. Los madridistas que caímos en la primera gran ola del basket a principios de los ochenta gozábamos de las virtudes de un equipo extraordinario, con gran parte de aquella generación que nos hizo subcampeones olímpicos en el 84. Los Corbalán, Martín, Romay e Iturriaga, con los refuerzos de los norteamericanos Jackson y Robinson formaban una escuadra de un potencial al que sólo le podía hacer cierta sombra el Barcelona en España y algún equipo Italiano en Europa. Y nos las prometíamos muy felices en el camino de la que entonces habría sido nuestra octava copa de Europa cuando en el trayecto nos encontramos con un equipo que no debía representar ningún escollo importante, la Cibona de Zagreb. Allí jugaba uno de los principales puntales de la académica escuela balcánica, el base Alexander Petrovic, y a su lado, como escolta, figuraba un chaval de 20 años con el pelo ensortijado y gestos exagerados en el que inmediatamente concebimos la sospecha del enchufe, puesto que se trataba de su hermano. El Madrid se enfrentó a aquellos encuentros como si fuesen un mero trámite y se encontró con dos duras derrotas y el descubrimiento de una nueva estrella que irrumpía con una fuerza arrolladora en el panorama Europeo. 89 puntos nos clavó el angelito en dos partidos, en un repertorio infinito de amagos, fintas, penetraciones y tiros que percutían una y otra vez el aro sin que encontrásemos manera alguna de frenarle. Y todo ello con el descaro y la efervescencia de una juventud insultante, aderezada con montones de aspavientos dirigidos a exaltar el ánimo de sus compañeros y aficionados, el tipo de gestos que siempre son entendidos por el perdedor como una afrenta a su dignidad. Volvimos a encontrárnoslo en la final, pero en aquella ocasión se conformó con anotar 36 puntos que le dieron a los Yugoslavos el trofeo.
Petrovic se convirtió en nuestro enemigo encarnizado, objetivo de odios viscerales e imagen retórica y representativa del mal. Afortunadamente en poco tiempo empezamos a asistir a una sucesión interminable de exhibiciones portentosas ante todo tipo de rivales que terminaron por convencernos de que la figura de Drazen no correspondía a la de alguien que nos tuviera especial inquina, si no simplemente a la de un genio.
Así que al inefable Ramón Mendoza, que podía tener muchos defectos pero desde luego tenía una visión cristalina de la estrategia necesaria para prevalecer sobre su entorno, se le metió entre ceja y ceja reclutarlo para la causa, y como no podía ser de otro modo lo consiguió
Fue en el año 88, cuando a base de destrozar aros, defensas y nervios de rivales, y conseguir una rutilante cantidad de títulos y medallas tanto a nivel individual como colectivo, de clubes como de selecciones, había roto los márgenes de la promesa para convertirse en el jugador dominante del panorama Europeo. La dimensión que tuvo este fichaje en la moral de los aficionados es difícil de explicar. Solo se me ocurre compararla a la que tuvo la contratación del Francés Zinedine Zidane por el equipo de fútbol, allá por el 2002.
Sólo pudimos disfrutarlo una temporada, puesto que el nivel del baloncesto FIBA no podía contener durante mucho tiempo su talento inconmensurable, pero fue suficiente para dejarnos imágenes imborrables, como el espectáculo de sus 62 puntos en aquella final de la recopa frente al Scavolini que lideraba otro de los capos del momento, el Brasileño Oscar Smith. Ese titulo, junto con la copa y la liga ACB, hubiesen supuesto un triplete histórico que solo uno de los robos más escandalosos y flagrantes de la historia de cualquier deporte evitó en la final de la liga ACB frente al Barcelona. Su enorme actuación en el open Mc Donald´s frente a los Celtics de Larry Bird pudo ser el detonante que terminó de llamar la atención de la liga más poderosa del mundo sobre este jugador, que desde el peor villano había pasado a convertirse para nosotros en el más admirado héroe.
Decidió irse a la NBA y muchos consideraron que era un error, que se iba a Estados Unidos para ser cola de león cuando en Europa era cabeza de ratón, pero Petrovic no solo era grande por sus virtudes en la cancha, era un ganador nato con una confianza en si mismo y una ambición inigualables. Sabía que podía ser grande en aquella liga si le daban la oportunidad y decidió arriesgarse.
Desembarcó en Portland en el verano del 89, en un equipo lleno de grandes y consolidados jugadores de perímetro que le hacían muy complicada la continuidad necesaria para su adaptación. Permaneció en el equipo de Oregon dos temporadas, conociendo por primera vez en su vida los sinsabores de un protagonismo menor y descubriendo en carne propia que la presencia de jugadores Europeos en el baloncesto Estodounidense de aquella época era poco menos que una concesión al exotismo.
Decepcionado, cogió las maletas y protagonizó una de esas transferencias a varias bandas tan habituales en aquellas tierras. Los Nets fueron su nuevo destino, un equipo que aquel año apostaba por la juventud y en el que Drazen recuperó la identidad del jugador que conocíamos en Europa. En el 93, después de dos temporadas y media en New Jersey estaba promediando más de 22 puntos por partido, y había ofrecido a los norteamericanos varias actuaciones tan estelares como las que nos tenía acostumbrados a nosotros.
Dicen las malas lenguas que no le sentó nada bien el no ser convocado para el All Star de aquel año, que a una ambición tan voraz como la suya no le valía otra cosa que el status de estrella global y que aquella elección era el reconocimiento que llevaba años soñando. Empezaron a correr rumores de que tenía decidido dejar la NBA y que había alcanzado un principio de acuerdo con el presidente del Panathinaikos para volver a Europa, nunca sabremos si incluso existió la posibilidad de que volviera a vestirse de blanco.
Una lluviosa tarde de junio de aquel año, Petrovic viajaba por carretera hacia la concentración de la selección Croata en Polonia. Había renunciado a viajar en avión con sus compañeros para compartir aquel viaje atravesando Alemania con su novia. Drazen dormía en el momento en el que un camión hizo una maniobra brusca para evitar una colisión y se cruzó en el camino de su coche. Petrovic fue la única víctima mortal del accidente. En aquel trágico giro del destino terminó la vida y la carrera del jugador más grande que ha dado el baloncesto Europeo.
Ese día sus seres queridos perdieron a un familiar, una desgracia que nada en la tierra puede compensar, pero todos los aficionados al basket perdimos también un trocito de fantasía y otro de nuestra capacidad de emoción. Las canchas se quedaron huérfanas de las sinfonías de su Mozart particular, del talento natural más esplendoroso que a contemplado la vieja Europa
Afortunadamente el ser humano posee mecanismos atávicos para retener en su memoria la imagen de lo asombroso. La magia desbordante de su baloncesto se quedó para siempre en nuestras retinas, la fuerza irresistible de su personalidad le sigue sirviendo de inspiración a nuestros corazones, y en nuestros oídos retumbará para siempre el poderoso sentimiento que evoca el sonido de su nombre. Drazen Petrovic, el Genio de Sibenik.
Uno de esos nombres es el de Drazen Petrovic.
Y como muchas de las leyendas que terminan en una admiración casi reverencial, esta empezó desde el odio. Los madridistas que caímos en la primera gran ola del basket a principios de los ochenta gozábamos de las virtudes de un equipo extraordinario, con gran parte de aquella generación que nos hizo subcampeones olímpicos en el 84. Los Corbalán, Martín, Romay e Iturriaga, con los refuerzos de los norteamericanos Jackson y Robinson formaban una escuadra de un potencial al que sólo le podía hacer cierta sombra el Barcelona en España y algún equipo Italiano en Europa. Y nos las prometíamos muy felices en el camino de la que entonces habría sido nuestra octava copa de Europa cuando en el trayecto nos encontramos con un equipo que no debía representar ningún escollo importante, la Cibona de Zagreb. Allí jugaba uno de los principales puntales de la académica escuela balcánica, el base Alexander Petrovic, y a su lado, como escolta, figuraba un chaval de 20 años con el pelo ensortijado y gestos exagerados en el que inmediatamente concebimos la sospecha del enchufe, puesto que se trataba de su hermano. El Madrid se enfrentó a aquellos encuentros como si fuesen un mero trámite y se encontró con dos duras derrotas y el descubrimiento de una nueva estrella que irrumpía con una fuerza arrolladora en el panorama Europeo. 89 puntos nos clavó el angelito en dos partidos, en un repertorio infinito de amagos, fintas, penetraciones y tiros que percutían una y otra vez el aro sin que encontrásemos manera alguna de frenarle. Y todo ello con el descaro y la efervescencia de una juventud insultante, aderezada con montones de aspavientos dirigidos a exaltar el ánimo de sus compañeros y aficionados, el tipo de gestos que siempre son entendidos por el perdedor como una afrenta a su dignidad. Volvimos a encontrárnoslo en la final, pero en aquella ocasión se conformó con anotar 36 puntos que le dieron a los Yugoslavos el trofeo.
Petrovic se convirtió en nuestro enemigo encarnizado, objetivo de odios viscerales e imagen retórica y representativa del mal. Afortunadamente en poco tiempo empezamos a asistir a una sucesión interminable de exhibiciones portentosas ante todo tipo de rivales que terminaron por convencernos de que la figura de Drazen no correspondía a la de alguien que nos tuviera especial inquina, si no simplemente a la de un genio.
Así que al inefable Ramón Mendoza, que podía tener muchos defectos pero desde luego tenía una visión cristalina de la estrategia necesaria para prevalecer sobre su entorno, se le metió entre ceja y ceja reclutarlo para la causa, y como no podía ser de otro modo lo consiguió
Fue en el año 88, cuando a base de destrozar aros, defensas y nervios de rivales, y conseguir una rutilante cantidad de títulos y medallas tanto a nivel individual como colectivo, de clubes como de selecciones, había roto los márgenes de la promesa para convertirse en el jugador dominante del panorama Europeo. La dimensión que tuvo este fichaje en la moral de los aficionados es difícil de explicar. Solo se me ocurre compararla a la que tuvo la contratación del Francés Zinedine Zidane por el equipo de fútbol, allá por el 2002.
Sólo pudimos disfrutarlo una temporada, puesto que el nivel del baloncesto FIBA no podía contener durante mucho tiempo su talento inconmensurable, pero fue suficiente para dejarnos imágenes imborrables, como el espectáculo de sus 62 puntos en aquella final de la recopa frente al Scavolini que lideraba otro de los capos del momento, el Brasileño Oscar Smith. Ese titulo, junto con la copa y la liga ACB, hubiesen supuesto un triplete histórico que solo uno de los robos más escandalosos y flagrantes de la historia de cualquier deporte evitó en la final de la liga ACB frente al Barcelona. Su enorme actuación en el open Mc Donald´s frente a los Celtics de Larry Bird pudo ser el detonante que terminó de llamar la atención de la liga más poderosa del mundo sobre este jugador, que desde el peor villano había pasado a convertirse para nosotros en el más admirado héroe.
Decidió irse a la NBA y muchos consideraron que era un error, que se iba a Estados Unidos para ser cola de león cuando en Europa era cabeza de ratón, pero Petrovic no solo era grande por sus virtudes en la cancha, era un ganador nato con una confianza en si mismo y una ambición inigualables. Sabía que podía ser grande en aquella liga si le daban la oportunidad y decidió arriesgarse.
Desembarcó en Portland en el verano del 89, en un equipo lleno de grandes y consolidados jugadores de perímetro que le hacían muy complicada la continuidad necesaria para su adaptación. Permaneció en el equipo de Oregon dos temporadas, conociendo por primera vez en su vida los sinsabores de un protagonismo menor y descubriendo en carne propia que la presencia de jugadores Europeos en el baloncesto Estodounidense de aquella época era poco menos que una concesión al exotismo.
Decepcionado, cogió las maletas y protagonizó una de esas transferencias a varias bandas tan habituales en aquellas tierras. Los Nets fueron su nuevo destino, un equipo que aquel año apostaba por la juventud y en el que Drazen recuperó la identidad del jugador que conocíamos en Europa. En el 93, después de dos temporadas y media en New Jersey estaba promediando más de 22 puntos por partido, y había ofrecido a los norteamericanos varias actuaciones tan estelares como las que nos tenía acostumbrados a nosotros.
Dicen las malas lenguas que no le sentó nada bien el no ser convocado para el All Star de aquel año, que a una ambición tan voraz como la suya no le valía otra cosa que el status de estrella global y que aquella elección era el reconocimiento que llevaba años soñando. Empezaron a correr rumores de que tenía decidido dejar la NBA y que había alcanzado un principio de acuerdo con el presidente del Panathinaikos para volver a Europa, nunca sabremos si incluso existió la posibilidad de que volviera a vestirse de blanco.
Una lluviosa tarde de junio de aquel año, Petrovic viajaba por carretera hacia la concentración de la selección Croata en Polonia. Había renunciado a viajar en avión con sus compañeros para compartir aquel viaje atravesando Alemania con su novia. Drazen dormía en el momento en el que un camión hizo una maniobra brusca para evitar una colisión y se cruzó en el camino de su coche. Petrovic fue la única víctima mortal del accidente. En aquel trágico giro del destino terminó la vida y la carrera del jugador más grande que ha dado el baloncesto Europeo.
Ese día sus seres queridos perdieron a un familiar, una desgracia que nada en la tierra puede compensar, pero todos los aficionados al basket perdimos también un trocito de fantasía y otro de nuestra capacidad de emoción. Las canchas se quedaron huérfanas de las sinfonías de su Mozart particular, del talento natural más esplendoroso que a contemplado la vieja Europa
Afortunadamente el ser humano posee mecanismos atávicos para retener en su memoria la imagen de lo asombroso. La magia desbordante de su baloncesto se quedó para siempre en nuestras retinas, la fuerza irresistible de su personalidad le sigue sirviendo de inspiración a nuestros corazones, y en nuestros oídos retumbará para siempre el poderoso sentimiento que evoca el sonido de su nombre. Drazen Petrovic, el Genio de Sibenik.
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Re: Drazen Petrovic
me acuerdo muy poco de Petrovic pero los recuerdos que tengo son de un grande. Un Zidane del baloncesto
dioszidane- 1 Champions + 1 Liga
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Fecha de inscripción : 01/03/2010
Re: Drazen Petrovic
obituario escribió:Para los aficionados al deporte hay nombres con una mística tan especial detrás que con solo ser pronunciados sugieren la esencia misma de su disciplina. Declamamos esos nombres con parsimonia y delectación, dejando que las sílabas se derramen de nuestros labios y vayan adquiriendo poder poco a poco, jugando con los sonidos y produciendo un efecto mágico y sensual en nuestro subconsciente.
Uno de esos nombres es el de Drazen Petrovic.
Y como muchas de las leyendas que terminan en una admiración casi reverencial, esta empezó desde el odio. Los madridistas que caímos en la primera gran ola del basket a principios de los ochenta gozábamos de las virtudes de un equipo extraordinario, con gran parte de aquella generación que nos hizo subcampeones olímpicos en el 84. Los Corbalán, Martín, Romay e Iturriaga, con los refuerzos de los norteamericanos Jackson y Robinson formaban una escuadra de un potencial al que sólo le podía hacer cierta sombra el Barcelona en España y algún equipo Italiano en Europa. Y nos las prometíamos muy felices en el camino de la que entonces habría sido nuestra octava copa de Europa cuando en el trayecto nos encontramos con un equipo que no debía representar ningún escollo importante, la Cibona de Zagreb. Allí jugaba uno de los principales puntales de la académica escuela balcánica, el base Alexander Petrovic, y a su lado, como escolta, figuraba un chaval de 20 años con el pelo ensortijado y gestos exagerados en el que inmediatamente concebimos la sospecha del enchufe, puesto que se trataba de su hermano. El Madrid se enfrentó a aquellos encuentros como si fuesen un mero trámite y se encontró con dos duras derrotas y el descubrimiento de una nueva estrella que irrumpía con una fuerza arrolladora en el panorama Europeo. 89 puntos nos clavó el angelito en dos partidos, en un repertorio infinito de amagos, fintas, penetraciones y tiros que percutían una y otra vez el aro sin que encontrásemos manera alguna de frenarle. Y todo ello con el descaro y la efervescencia de una juventud insultante, aderezada con montones de aspavientos dirigidos a exaltar el ánimo de sus compañeros y aficionados, el tipo de gestos que siempre son entendidos por el perdedor como una afrenta a su dignidad. Volvimos a encontrárnoslo en la final, pero en aquella ocasión se conformó con anotar 36 puntos que le dieron a los Yugoslavos el trofeo.
Petrovic se convirtió en nuestro enemigo encarnizado, objetivo de odios viscerales e imagen retórica y representativa del mal. Afortunadamente en poco tiempo empezamos a asistir a una sucesión interminable de exhibiciones portentosas ante todo tipo de rivales que terminaron por convencernos de que la figura de Drazen no correspondía a la de alguien que nos tuviera especial inquina, si no simplemente a la de un genio.
Así que al inefable Ramón Mendoza, que podía tener muchos defectos pero desde luego tenía una visión cristalina de la estrategia necesaria para prevalecer sobre su entorno, se le metió entre ceja y ceja reclutarlo para la causa, y como no podía ser de otro modo lo consiguió
Fue en el año 88, cuando a base de destrozar aros, defensas y nervios de rivales, y conseguir una rutilante cantidad de títulos y medallas tanto a nivel individual como colectivo, de clubes como de selecciones, había roto los márgenes de la promesa para convertirse en el jugador dominante del panorama Europeo. La dimensión que tuvo este fichaje en la moral de los aficionados es difícil de explicar. Solo se me ocurre compararla a la que tuvo la contratación del Francés Zinedine Zidane por el equipo de fútbol, allá por el 2002.
Sólo pudimos disfrutarlo una temporada, puesto que el nivel del baloncesto FIBA no podía contener durante mucho tiempo su talento inconmensurable, pero fue suficiente para dejarnos imágenes imborrables, como el espectáculo de sus 62 puntos en aquella final de la recopa frente al Scavolini que lideraba otro de los capos del momento, el Brasileño Oscar Smith. Ese titulo, junto con la copa y la liga ACB, hubiesen supuesto un triplete histórico que solo uno de los robos más escandalosos y flagrantes de la historia de cualquier deporte evitó en la final de la liga ACB frente al Barcelona. Su enorme actuación en el open Mc Donald´s frente a los Celtics de Larry Bird pudo ser el detonante que terminó de llamar la atención de la liga más poderosa del mundo sobre este jugador, que desde el peor villano había pasado a convertirse para nosotros en el más admirado héroe.
Decidió irse a la NBA y muchos consideraron que era un error, que se iba a Estados Unidos para ser cola de león cuando en Europa era cabeza de ratón, pero Petrovic no solo era grande por sus virtudes en la cancha, era un ganador nato con una confianza en si mismo y una ambición inigualables. Sabía que podía ser grande en aquella liga si le daban la oportunidad y decidió arriesgarse.
Desembarcó en Portland en el verano del 89, en un equipo lleno de grandes y consolidados jugadores de perímetro que le hacían muy complicada la continuidad necesaria para su adaptación. Permaneció en el equipo de Oregon dos temporadas, conociendo por primera vez en su vida los sinsabores de un protagonismo menor y descubriendo en carne propia que la presencia de jugadores Europeos en el baloncesto Estodounidense de aquella época era poco menos que una concesión al exotismo.
Decepcionado, cogió las maletas y protagonizó una de esas transferencias a varias bandas tan habituales en aquellas tierras. Los Nets fueron su nuevo destino, un equipo que aquel año apostaba por la juventud y en el que Drazen recuperó la identidad del jugador que conocíamos en Europa. En el 93, después de dos temporadas y media en New Jersey estaba promediando más de 22 puntos por partido, y había ofrecido a los norteamericanos varias actuaciones tan estelares como las que nos tenía acostumbrados a nosotros.
Dicen las malas lenguas que no le sentó nada bien el no ser convocado para el All Star de aquel año, que a una ambición tan voraz como la suya no le valía otra cosa que el status de estrella global y que aquella elección era el reconocimiento que llevaba años soñando. Empezaron a correr rumores de que tenía decidido dejar la NBA y que había alcanzado un principio de acuerdo con el presidente del Panathinaikos para volver a Europa, nunca sabremos si incluso existió la posibilidad de que volviera a vestirse de blanco.
Una lluviosa tarde de junio de aquel año, Petrovic viajaba por carretera hacia la concentración de la selección Croata en Polonia. Había renunciado a viajar en avión con sus compañeros para compartir aquel viaje atravesando Alemania con su novia. Drazen dormía en el momento en el que un camión hizo una maniobra brusca para evitar una colisión y se cruzó en el camino de su coche. Petrovic fue la única víctima mortal del accidente. En aquel trágico giro del destino terminó la vida y la carrera del jugador más grande que ha dado el baloncesto Europeo.
Ese día sus seres queridos perdieron a un familiar, una desgracia que nada en la tierra puede compensar, pero todos los aficionados al basket perdimos también un trocito de fantasía y otro de nuestra capacidad de emoción. Las canchas se quedaron huérfanas de las sinfonías de su Mozart particular, del talento natural más esplendoroso que a contemplado la vieja Europa
Afortunadamente el ser humano posee mecanismos atávicos para retener en su memoria la imagen de lo asombroso. La magia desbordante de su baloncesto se quedó para siempre en nuestras retinas, la fuerza irresistible de su personalidad le sigue sirviendo de inspiración a nuestros corazones, y en nuestros oídos retumbará para siempre el poderoso sentimiento que evoca el sonido de su nombre. Drazen Petrovic, el Genio de Sibenik.
Leyendo esta cronica me han venido tantos recuerdos
andaluxi- 1 Champions
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Re: Drazen Petrovic
andaluxi escribió:obituario escribió:Para los aficionados al deporte hay nombres con una mística tan especial detrás que con solo ser pronunciados sugieren la esencia misma de su disciplina. Declamamos esos nombres con parsimonia y delectación, dejando que las sílabas se derramen de nuestros labios y vayan adquiriendo poder poco a poco, jugando con los sonidos y produciendo un efecto mágico y sensual en nuestro subconsciente.
Uno de esos nombres es el de Drazen Petrovic.
Y como muchas de las leyendas que terminan en una admiración casi reverencial, esta empezó desde el odio. Los madridistas que caímos en la primera gran ola del basket a principios de los ochenta gozábamos de las virtudes de un equipo extraordinario, con gran parte de aquella generación que nos hizo subcampeones olímpicos en el 84. Los Corbalán, Martín, Romay e Iturriaga, con los refuerzos de los norteamericanos Jackson y Robinson formaban una escuadra de un potencial al que sólo le podía hacer cierta sombra el Barcelona en España y algún equipo Italiano en Europa. Y nos las prometíamos muy felices en el camino de la que entonces habría sido nuestra octava copa de Europa cuando en el trayecto nos encontramos con un equipo que no debía representar ningún escollo importante, la Cibona de Zagreb. Allí jugaba uno de los principales puntales de la académica escuela balcánica, el base Alexander Petrovic, y a su lado, como escolta, figuraba un chaval de 20 años con el pelo ensortijado y gestos exagerados en el que inmediatamente concebimos la sospecha del enchufe, puesto que se trataba de su hermano. El Madrid se enfrentó a aquellos encuentros como si fuesen un mero trámite y se encontró con dos duras derrotas y el descubrimiento de una nueva estrella que irrumpía con una fuerza arrolladora en el panorama Europeo. 89 puntos nos clavó el angelito en dos partidos, en un repertorio infinito de amagos, fintas, penetraciones y tiros que percutían una y otra vez el aro sin que encontrásemos manera alguna de frenarle. Y todo ello con el descaro y la efervescencia de una juventud insultante, aderezada con montones de aspavientos dirigidos a exaltar el ánimo de sus compañeros y aficionados, el tipo de gestos que siempre son entendidos por el perdedor como una afrenta a su dignidad. Volvimos a encontrárnoslo en la final, pero en aquella ocasión se conformó con anotar 36 puntos que le dieron a los Yugoslavos el trofeo.
Petrovic se convirtió en nuestro enemigo encarnizado, objetivo de odios viscerales e imagen retórica y representativa del mal. Afortunadamente en poco tiempo empezamos a asistir a una sucesión interminable de exhibiciones portentosas ante todo tipo de rivales que terminaron por convencernos de que la figura de Drazen no correspondía a la de alguien que nos tuviera especial inquina, si no simplemente a la de un genio.
Así que al inefable Ramón Mendoza, que podía tener muchos defectos pero desde luego tenía una visión cristalina de la estrategia necesaria para prevalecer sobre su entorno, se le metió entre ceja y ceja reclutarlo para la causa, y como no podía ser de otro modo lo consiguió
Fue en el año 88, cuando a base de destrozar aros, defensas y nervios de rivales, y conseguir una rutilante cantidad de títulos y medallas tanto a nivel individual como colectivo, de clubes como de selecciones, había roto los márgenes de la promesa para convertirse en el jugador dominante del panorama Europeo. La dimensión que tuvo este fichaje en la moral de los aficionados es difícil de explicar. Solo se me ocurre compararla a la que tuvo la contratación del Francés Zinedine Zidane por el equipo de fútbol, allá por el 2002.
Sólo pudimos disfrutarlo una temporada, puesto que el nivel del baloncesto FIBA no podía contener durante mucho tiempo su talento inconmensurable, pero fue suficiente para dejarnos imágenes imborrables, como el espectáculo de sus 62 puntos en aquella final de la recopa frente al Scavolini que lideraba otro de los capos del momento, el Brasileño Oscar Smith. Ese titulo, junto con la copa y la liga ACB, hubiesen supuesto un triplete histórico que solo uno de los robos más escandalosos y flagrantes de la historia de cualquier deporte evitó en la final de la liga ACB frente al Barcelona. Su enorme actuación en el open Mc Donald´s frente a los Celtics de Larry Bird pudo ser el detonante que terminó de llamar la atención de la liga más poderosa del mundo sobre este jugador, que desde el peor villano había pasado a convertirse para nosotros en el más admirado héroe.
Decidió irse a la NBA y muchos consideraron que era un error, que se iba a Estados Unidos para ser cola de león cuando en Europa era cabeza de ratón, pero Petrovic no solo era grande por sus virtudes en la cancha, era un ganador nato con una confianza en si mismo y una ambición inigualables. Sabía que podía ser grande en aquella liga si le daban la oportunidad y decidió arriesgarse.
Desembarcó en Portland en el verano del 89, en un equipo lleno de grandes y consolidados jugadores de perímetro que le hacían muy complicada la continuidad necesaria para su adaptación. Permaneció en el equipo de Oregon dos temporadas, conociendo por primera vez en su vida los sinsabores de un protagonismo menor y descubriendo en carne propia que la presencia de jugadores Europeos en el baloncesto Estodounidense de aquella época era poco menos que una concesión al exotismo.
Decepcionado, cogió las maletas y protagonizó una de esas transferencias a varias bandas tan habituales en aquellas tierras. Los Nets fueron su nuevo destino, un equipo que aquel año apostaba por la juventud y en el que Drazen recuperó la identidad del jugador que conocíamos en Europa. En el 93, después de dos temporadas y media en New Jersey estaba promediando más de 22 puntos por partido, y había ofrecido a los norteamericanos varias actuaciones tan estelares como las que nos tenía acostumbrados a nosotros.
Dicen las malas lenguas que no le sentó nada bien el no ser convocado para el All Star de aquel año, que a una ambición tan voraz como la suya no le valía otra cosa que el status de estrella global y que aquella elección era el reconocimiento que llevaba años soñando. Empezaron a correr rumores de que tenía decidido dejar la NBA y que había alcanzado un principio de acuerdo con el presidente del Panathinaikos para volver a Europa, nunca sabremos si incluso existió la posibilidad de que volviera a vestirse de blanco.
Una lluviosa tarde de junio de aquel año, Petrovic viajaba por carretera hacia la concentración de la selección Croata en Polonia. Había renunciado a viajar en avión con sus compañeros para compartir aquel viaje atravesando Alemania con su novia. Drazen dormía en el momento en el que un camión hizo una maniobra brusca para evitar una colisión y se cruzó en el camino de su coche. Petrovic fue la única víctima mortal del accidente. En aquel trágico giro del destino terminó la vida y la carrera del jugador más grande que ha dado el baloncesto Europeo.
Ese día sus seres queridos perdieron a un familiar, una desgracia que nada en la tierra puede compensar, pero todos los aficionados al basket perdimos también un trocito de fantasía y otro de nuestra capacidad de emoción. Las canchas se quedaron huérfanas de las sinfonías de su Mozart particular, del talento natural más esplendoroso que a contemplado la vieja Europa
Afortunadamente el ser humano posee mecanismos atávicos para retener en su memoria la imagen de lo asombroso. La magia desbordante de su baloncesto se quedó para siempre en nuestras retinas, la fuerza irresistible de su personalidad le sigue sirviendo de inspiración a nuestros corazones, y en nuestros oídos retumbará para siempre el poderoso sentimiento que evoca el sonido de su nombre. Drazen Petrovic, el Genio de Sibenik.
Leyendo esta cronica me han venido tantos recuerdos
Un grandísimo post de Obituario. Obi, el Mito se honra de tener de moderador a un tipo que sabe tanto y escribe tan bien como tú. Todo el artículo es muy bueno, pero el último párrafo es antológico. Enhorabuena, amigo mio.







Blanco Nuclear- 1 Champions
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Re: Drazen Petrovic
Gracias. Es algo que tenía pendiente desde hacía tiempo. Petrovic es una de las figuras más destacadas en mi olimpo particular de héroes deportivos y cada año por estas fechas pienso en hacerlo, pero es de esas cosas que por una razón u otra vas dejando y luego no vienen muy a cuento. Ahora he visto el hilo de Heisemberg y he aprovechado.
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Re: Drazen Petrovic
obituario escribió:Gracias. Es algo que tenía pendiente desde hacía tiempo. Petrovic es una de las figuras más destacadas en mi olimpo particular de héroes deportivos y cada año por estas fechas pienso en hacerlo, pero es de esas cosas que por una razón u otra vas dejando y luego no vienen muy a cuento. Ahora he visto el hilo de Heisemberg y he aprovechado.
No sabia si era tuya, es magnifica, Obi




andaluxi- 1 Champions
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Re: Drazen Petrovic
Un video homenaje de los Nets en la web de maraca:
http://www.marca.com/2012/06/08/baloncesto/nba/noticias/1339143270.html
Corto, pero no esta mal.
http://www.marca.com/2012/06/08/baloncesto/nba/noticias/1339143270.html
Corto, pero no esta mal.
MB- Galáctico
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Re: Drazen Petrovic
impresionante la exhibición que dió en este partido frente al Barcelona
escuchad la desesperación de los comentaristas culerdos






escuchad la desesperación de los comentaristas culerdos

Heisenberg- Mito y Leyenda
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Re: Drazen Petrovic
20 años ya.





MB- Galáctico
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Re: Drazen Petrovic
DEP
El mejor jugador Europeo de todos los tiempos
El mejor jugador Europeo de todos los tiempos

dioszidane- 1 Champions + 1 Liga
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Re: Drazen Petrovic
Era el más grande. Un tío con una técnica individual insuperable y un carácter ganador que ya les gustaría tener a muchos. Si alguna vez he tenido un ídolo, ha sido él. Lloré el día de su muerte cómo si se hubiera muerto un familiar...
Joder, ya han pasado 20 tacos. No somos nadie...
Joder, ya han pasado 20 tacos. No somos nadie...

culerdada nuí- Mito y Leyenda
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Re: Drazen Petrovic
Por si os apetece recordar un rato a este mito. La famosa final de la Recopa 89 y los 62 puntos de Petrovic en su duelo contra otro grande del baloncesto FIBA, el brasileño Oscar Schmidt
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Re: Drazen Petrovic
Obi escribió:Por si os apetece recordar un rato a este mito. La famosa final de la Recopa 89 y los 62 puntos de Petrovic en su duelo contra otro grande del baloncesto FIBA, el brasileño Oscar Schmidt
Un hito inolvidable. Es lo más grande que le he visto hacer a un jugador de baloncesto del Real Madrid. Omito comentar la indignación que me sigue produciendo lo que le hicieron los árbitros (Neyro, maldito sea por siempre su bigote) en la final contra el Barsa de la Acébé culé. No se lo perdono.
Blanco Nuclear- 1 Champions
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Re: Drazen Petrovic
Entrevista para una televisión griega.
-¿Cuál es el mejor jugador extranjero de la historia de la liga?
-Dirk... Petrovic
-¡¡Petrovic!! ¿qué le gustaba de Petrovic?
-¿Qué me gustaba? Me gustaba su habilidad para tirar. Era muy atlético en su forma de tirar a canasta. No tenía miedo a nada
_________________

Re: Drazen Petrovic





No era un buen jugador..., era un genio. Y, como todos los genios, tenía también algún aspecto poco brillante. Pero en esta ocasión es mejor centrarse en lo positivo. Así que muchas gracias por el recordatorio.





EPAM- Jugón
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Re: Drazen Petrovic
El mejor jugador europeo de la historia sin discusion, el que mas talento tenia y el de mas personalidad y chuleria. Lo odiaba cuando estaba en la Cibona porque no solo nos ganaba, nos humillaba. Cuando vino al Madrid hacia lo mismo con el resto.
Aquella final contra el Snaidero de Caserte de Oscar Smith Becerra y el pique que tuvo con el metiendo 63 puntos si no recuerdo mal...uffff, el mas grande, nada mas que decir. Me dolio su muerte por todo lo que era, pero de eso no estamos libres ninguno.
Aqui en el Madrid me enamore de el profesionalmente, si hubiera coincidido con Sabonis habriamos ganado varias copas de europa
Aquella final contra el Snaidero de Caserte de Oscar Smith Becerra y el pique que tuvo con el metiendo 63 puntos si no recuerdo mal...uffff, el mas grande, nada mas que decir. Me dolio su muerte por todo lo que era, pero de eso no estamos libres ninguno.
Aqui en el Madrid me enamore de el profesionalmente, si hubiera coincidido con Sabonis habriamos ganado varias copas de europa
Madridista almedralejense- 1 Champions + 2 Ligas
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Re: Drazen Petrovic
Hace poco se cumplía el 21 aniversario de su muerte y hurgando por la red me he encontrado con este artículo. Creo que está escrito el año pasado, pero está tan bien construido, tan maravillosamente redactado, y captura tan fielmente su figura y todo lo que le rodeó, que no he podido evitar compartirlo.

http://www.jotdown.es/2013/06/a-la-memoria-de-drazen-petrovic/

http://www.jotdown.es/2013/06/a-la-memoria-de-drazen-petrovic/
Re: Drazen Petrovic
Obi escribió:Hace poco se cumplía el 21 aniversario de su muerte y hurgando por la red me he encontrado con este artículo. Creo que está escrito el año pasado, pero está tan bien construido, tan maravillosamente redactado, y captura tan fielmente su figura y todo lo que le rodeó, que no he podido evitar compartirlo.
http://www.jotdown.es/2013/06/a-la-memoria-de-drazen-petrovic/





culerdada nuí- Mito y Leyenda
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