entrevista biriukov
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entrevista biriukov
igual esta por algun post me suena habeis comentado algo.
Jueves lluvioso. Chechu Biriukov nos cita en el Moraleja Green, un centro comercial entre Alcobendas y Las Tablas, en Madrid. Está al lado de las nuevas oficinas de Telefónica, que parecen una cárcel del siglo XXXIV. El metro llega, pero el barrio, si se puede llamar así, con su campo de golf, está diseñado para el coche. Sin vehículo, los pies llenos de barro y más perdido que una rana en el mar. Así es la selección natural en estos tiempos que corren. En la URSS, la vida era deprimente porque las tiendas estaban vacías. Aquí, en el Moraleja Green, los escaparates están llenos, pero la mayoría no puede comprar gran cosa dada la situación económica. Nos vigila a hurtadillas, mientras hablamos largo y tendido, un guardia de seguridad con gorra y todos los complementos. Chechu nos comenta que alucina con la cantidad de cámaras de vídeo que hay en su barrio. Las ha ido contando cuando pasea con sus dos mellizos de tres años. Parecido no es lo mismo, pero aquel Gran Hermano ahora está más cerca que lejos del mundo libre maravilloso que emergió tras la caída del muro. Y lleva camino de superarlo… Aunque, sin eludir estas cuestiones, de lo que queríamos hablar con Chechu es de baloncesto, el deporte que le convirtió en leyenda, y de su estilo, que tantas risas nos ha dado imitándolo en las canchas del barrio. Mantiene una visión romántica de su deporte. Detesta los esquemas defensivos en el juego, el mero hecho de defender ya le parece aburrido. También valora la obra de Florentino Pérez en el Real Madrid, club del que conoció sus peores facetas en un tiempo de crisis profunda e indefinición. No obstante, recuerda aquellos años como una época dorada, irrepetible, y no por zarandajas deportivas: por el vino, por las mujeres y por el dinero.
Háblanos de las escuelas de baloncesto de la Unión Soviética en las que te formaste como jugador.
Ahora no sé cómo anda el tema pero en aquella época estaba muy bien montado lo de aprender algún deporte, en este caso baloncesto. Estuve ocho años en una de las mejores escuelas de la Unión Soviética, Trinta, que lo seguirá siendo. Tenía unas instalaciones cojonudas. Empecé con diez años. Mi madre vio que me podía mandar gratis todo el verano a un campamento veraniego y fue la alegría de su vida. Iba del 4 de julio a 28 o 29 de agosto, a 45 kilómetros de Moscú. Allí acababas hasta las pelotas de tanto baloncesto, pero la escuela estaba muy bien organizada. Porque la estructura de la Unión Soviética era magnífica para el deporte. Para cualquier deporte. Entrenaba casi todos los días dos veces. Una por la mañana y otra por la tarde y en el medio, estudiaba con un horario especial. Estaba pensado para que pudiéramos estudiar y hacer deporte.
En el campamento nos levantábamos a las siete, con una especie de entrenamiento matutino, una hora y pico, después desayuno. Luego a las diez o a las once un entrenamiento de dos horas. Comida, descanso y otro entrenamiento a las dos horas. Tres veces al día. Y el fin de semana, descanso. El mismo sistema existía para todos los deportes. Y los individuales, como patinaje artístico, gimnasia deportiva, natación o atletismo, metían muchas más horas.
A mí me encontraron en un colegio. Mi primer entrenador, el que me tuvo los ocho primeros años, iba por los colegios, buscaba a los chicos altos, te preguntaba si querías hacer baloncesto y ya está, te cogía.
¿Es cierto que este entrenador os obligaba a leer libros e ir a ver los museos de las ciudades donde jugabais?
Este hombre fue como un segundo padre para mí. Se llamaba Ravil Cheremtiev. Estaba más con nosotros que con su familia, de hecho luego se separó, teniendo dos hijas. Y sí, nos obligaba a culturizarnos. En cualquier ciudad de mala muerte en la que estuviéramos teníamos que ir a ver el museo del lugar. Éramos un equipo que, aparte de ser muy buenos, teníamos una preparación intelectual muy buena. Nos obligaba a leer libros. Si no cumplías en el colegio, no viajabas. Te tenías que quedar y estudiar. Cuando íbamos al extranjero, a Polonia o Checoslovaquia, que aquello era la hostia, salir de la URSS, él premiaba a los mejores estudiantes aunque fueran peores jugadores.
Joder, en aquellos tiempos el sistema educativo soviético era muy bueno. Teníamos que leer Crimen y Castigo en 8º, Guerra y Paz en 9º… Dostoievski, Pushkin, toda la literatura rusa, menos Nabokov, claro, y Bakunin, que estaban prohibidos, pero los conseguías. Y también, aparte de la literatura rusa, la mundial. Don Quijote, por ejemplo, era obligatorio. Había muchas clases de Cervantes… Lope de Vega.
Los libros prohibidos se podían conseguir en Rusia. Si te pillaban con uno tenías un problema, pero los encontrabas. Yo, sinceramente, donde más leí estos fue en España. Mi primer año, que me lo pasé entrenando sin jugar, viajé mucho a París, donde había muchas librerías de ruso, en cirílico, y sí, compré allí muchos libros que no podía conseguir en la URSS. Luego tenía un catálogo y me los mandaban a casa. Ya cuando aprendí castellano encontré fácil todo lo prohibido en mi país.
Aquel entrenador a lo que nos obligaba era a que, cuando viajábamos, cada uno se tenía que llevar un libro. Nada de jugar a las cartas. Cada trayecto en el tren duraba una noche como mínimo y nos obligaba a estar leyendo.
¿Tu madre no te enseñó castellano en Rusia?
Mi madre pasaba de enseñarme. Mi hermano y ella sí hablaban entre ellos en castellano, pero se convirtió en una mezcla incomprensible que nadie entiende. Ella decía la mitad de palabras en español y la mitad en ruso. Y siguen así. Oigo a mi madre y pienso ¿pero qué cojones dice esta señora? Es en plan “tráeme носки (calcetines)”.
Después de tu paso por escuelas de baloncesto tan académicas, donde los jugadores salían con una técnica elegante y depurada, a todo el mundo le llama la atención tu tiro de tres, tan raso, que parecía más propio de la calle…
A todos nos enseñan igual en todas partes y después cada uno tiene sus manías o sus historias. A mí me marcó que una vez en un partido fallé mucho y me vinieron a decir que tenía un tiro raso, que tenía que cambiar. Aquel día no estaba mi entrenador. Me lo intentaron corregir, pero luego llegó él, lo paró todo y me dijo: no cambies nada, tira como quieras. Déjate de parábola, de tener la mano así o así. ¿Cómo es cómodo para ti? ¿Raso? Pues tira raso. Y tenía diecisiete años. Ya era difícil cambiar. Reconozco que era heterodoxo, pero coño, lo importante es meterlo. ¿Qué más da cómo tires?
Tú no querías abandonar la URSS para venir a jugar a España.
Es que estaba de puta madre en la URSS. Jugaba en el Dynamo, ganaba dinero. Para un chico de 19 años estaba muy bien, ahora es una mierda si lo piensas, pero yo estaba de puta madre. Además, había unas tías cojonudas en Rusia. Es como el chiste del niño que nace y no habla y al cabo de nueve años dice: las tostadas están quemadas. Y le preguntan: hijo mío, ¿sabes hablar? Sí, pero hasta ahora estaba todo bien.
Crecí en los años de Breznev, en los setenta. No era la época de Stalin, pero eran años de hierro. Aunque también era una época muy divertida. E insisto en que había unas tías que alucinas. La generación que nacimos con Breznev añoramos mucho esos tiempos. Faltaban la hostia de cosas, pero había… mira, la gente era mejor. Ahora, con el dinero, la gente ha cambiado mucho; la mentalidad rusa. Créeme, en aquella época éramos mejores personas. Y sí, había lío con el Partido y eso, pero en realidad no suponía mucha presión. La gente pasaba de la política y la propaganda. Se vivía sin miedo al futuro. La Sanidad te la daba el Estado, la Educación te la daba el Estado, es discutible si era mala, buena o regular, pero vivías con esto. Tú tenías trabajo, obligación además de trabajar. Luego cada uno elegía su camino dentro o fuera de la ley. Porque, por ejemplo, comprábamos y vendíamos vaqueros. Eso era muy divertido, de a ver si te pillan. Si te cogían era un lío de cojones, pero al venderlos te sacabas una pasta extra de puta madre. Era muy divertido.
Pero eras miembro del Komsomol, las juventudes del Partido Comunista…
Sí, y me echaron. Era muy curioso, para venir a España tuve que pasar por una reunión de expulsión del Komsomol, pero yo no quería salir de la organización. Sin embargo, me echaban porque me iba del país. Aún no entiendo por qué, pero bueno. Entonces me montaron un teatro, una reunión. Y cuando salimos de la sala, todo el mundo, pero todos, deseándome suerte en España. Dentro, todos serios. Y luego fuera, mucha suerte no sé qué. Un teatrillo. Es que era muy ridículo. Por el código había que echarte ¿para qué?
También para entrar tenía que ser laico y por eso me tuve que bautizar a los 16 años. Me bautizaron con Consuelo, mi sobrina, que tenía tres meses. Yo desnudo, con la chorra al aire, dando paseos alrededor del altar, en diciembre con un frío que alucinas. Con agua helada que me echaron por toda la espalda. Me quedé flipado. Una vergüenza que pasé, rodeado de las madres, que tenían 25 años más o menos todas.
Al llegar a Madrid y no poder inscribirte porque no te daban la nacionalidad tu madre dijo que le daba vergüenza haber traído gratis a todo un jugador formado en la URSS, nada menos, y que no pudiera jugar.
Es que el primer año fue muy duro. No entendíamos el haber venido para que yo no pudiera jugar porque me faltaba la nacionalidad. Yo, que tenía un nivel, que había estado en la selección de la URSS. Y fue una pena que perdiera un año, tenía 20, fue muy duro. Entrenas para dar el máximo provecho, pero si no juegas no puedes ver lo que haces mal o bien, es una putada no jugar.
¿Tu madre te sacó del CSKA para facilitar después la salida del país, para que no tuvieras vinculación con los militares?
No, no, no fue así. No pensábamos en el traslado en aquel momento. Yo estaba en el CSKA que era prácticamente la selección de la URSS y yo era el undécimo jugador. Prácticamente no jugaba. Pero había un equipo joven, que era el Dynamo, que estaba empezando a despegar y hacía un baloncesto que a mí me gustaba mucho, muy alegre, con muchos contraataques rápidos, muy ofensivo. No como ahora: veinticuatro segundos, ¡sistema, sistema! Nosotros íbamos ¡aleeeeeehh! como los cosacos. El entrenador del equipo, Eugeny, era el hermano de Aleksandr Gomelsky, también seleccionador nacional, y no se llevaban muy bien por aquella época. Intentamos hacer lo posible para pasar de un club a otro y, como yo no había jugado ni un minuto, fingí que me había lesionado la espalda. Porque si jugaba un minuto ya no podía ir a otro club. Estos fueron los motivos por los que me pasé al Dynamo.
Cuando en el Real Madrid hiciste fama de juerguista contestaste en una ocasión que, para juergas, las que te pegaste en Moscú.
Sí, en mis años en Moscú sí que estuve de juerga. Era muy joven. La verdad es que la salud era de hierro. Puedes permitirte estar toda la noche sin dormir y después por la mañana ir a entrenar. Aquí salimos, pero en Moscú era mucha más juerga.
Luego la selección de la URSS, cada vez que venía a Madrid, iba a Macumba.
Sí, y yo con ellos. Esas noches eran clásicos. Esas juergas en el Macumba de Chamartín eran verdaderos clásicos. Ellos siempre paraban en el hotel Plaza Norte, creo que se llamaba, y la discoteca la tenían enfrente. Además, la abrían solo para los rusos y flipábamos con el toro mecánico. Veías a Tkachenko en el toro mecánico, con sus 2,20… joder.
Tkachenko, que terminó empapelado en uno de estos viajes por evasión de divisas.
Le pillaron, sí. Estuvo dos o tres años sin poder salir de Rusia, luego le perdonaron. Es que te podían meter en la cárcel, había un artículo en el Código Penal. Y si eran grandes cantidades podía ser pena de muerte. No se la jugó porque llevaba mil dólares como mucho, para pillar no sé cuántos vaqueros. Lo grave es que él era militar, pero porque ganabas un plus. Por jugar en el CSKA y por ser oficial.
En el partido de tu homenaje el CSKA te regaló un uniforme.
Me regalaron un uniforme de soldado ruso. Fue un poco sorpresa. Yo le agradezco al Madrid el homenaje. Hombre, si no me lo hacían tenía que pagarme cuarenta millones de pesetas, no te creas que lo hicieron así… Pillaron que estaba aquí el CSKA y montaron el homenaje corriendo para no tener que soltar la pasta. Ya conocemos a nuestros clásicos, joder.
Y en una broma del programa de televisión Inocente, inocente te trajeron a unos soldados rusos que te pusieron a desfilar con una escoba.
Los hijos de puta que prepararon esta broma eran amigos míos íntimos. Y los cabrones sabían que yo hice una mili de aquella manera, destinado en un archivo que estaba en la calle Princesa, y no juré bandera. Estos lo sabían. Según me licencié, se enteraron y me lo prepararon. Y, sí, me acojoné. Cuando ves un uniforme, cero preguntas. ¿A la derecha? A la derecha. ¿A la izquierda? A la izquierda. ¿Disparamos? Disparamos. En Rusia el uniforme acojona. Era de los primeros programas, no había salido nada por la tele y pillaron a todo el mundo.
¿Qué diferencias encuentras entre el baloncesto que jugaste tú y el actual?
El baloncesto evoluciona muy rápido. Yo me retiré con 32 años y ya estaba gordo, pero físicamente iba notando que cada vez todos iban siendo más grandes y más fuertes. Aunque a mí la NBA ahora mismo me parece un coñazo. Siempre lo mismo. Pick and roll, face to face. Uno contra uno y paso de todos los demás. No te sorprende nada. Me gusta el baloncesto bonito, elegante, con clase. El basket que nos han traído los yugoslavos, ¡me cago en su puta madre! Este basket control, la mierda esta, mata la imagen del deporte. Con lo bonito que es el deporte del baloncesto. Y yo lidié con esto. Se lo decía a Obradovic: no nos jodas, no nos jodas que tenemos que hacer eso. Teniendo a Sabonis meter 54 puntos, ganar 54 a 50, ¡pero qué mierda es esta! Veinticuatro segundos y ni un puto contraataque. Mira tío, esto es una puta mierda, todos en defensa dando hostias y dando hostias.
¿Con George Karl mucho mejor?
Karl creó escuela en este país. Antes había tres sistemas, pero Karl te daba un libro así de gordo para defensa y otro para ataque. Y en cada partido. Yo me tenía que leer un libro cada semana donde estaba todo previsto. Qué hacer en caso de esto, en caso de lo otro.
Pues parecía un juego natural.
Es que lo que más le gustaba era el juego libre. En España no estábamos acostumbrados. No nos enseñan en la escuela. Aquí, con once o doce años, ya estamos en sistemas. En Rusia hasta los catorce no das sistemas, hasta que no sabes que dos mas dos son cuatro. ¿Cómo vas a meter a un niño de once años en un sistema? Tienes que hacer esto y esto, meterte por aquí ¿cómo le haces esto? Él ha venido a jugar, quiere coger el balón y meter canasta, cojones.
Karl siempre nos decía de jugar libre y a nosotros, que éramos profesionales, nos salía fatal. Y tenía que decir: venga, vale, esto… la cuatro. En cualquier caso esto le gustaba mucho. Siempre que lo hacíamos metíamos dos puntos. ¡Siempre! La gente ya se lo sabía de memoria y aun así metíamos siempre.
Pero a Karl en Madrid le pitaron…
Sí, Madrid es un público complicado. En el Bernabéu pierdes dos balones y te empiezan a llamar hijo de puta, que solo piensas en el dinero y en las tías. Karl tuvo mala suerte porque a principio de temporada se le escapó Petrovic, en diciembre se mató Fernando Martín y yo me lesioné para seis, ocho meses a finales de enero. Su primer año, ¿qué se le puede pedir si pierde de su quinteto inicial a los tres más importantes? No sé ni cómo llegamos a semifinales, ni a la final de la Recopa, que palmamos contra el Bolonia. Era muy divertido entrenar con él. Hasta la defensa, que normalmente es un coñazo de entrenar, lo hacía divertido. Te lo pasabas muy bien con Karl.
Pero antes también se daba mucha estopa.
Había estopa por un tubo. Es que Norris era como una pared. Y Fernando Romay… una vez Jordi Villacampa me dijo: “¿tú sabes lo que es jugar contra Fernando Romay?” Y le dije: ¿Y tú sabes lo que es entrenar con Fernando Romay? Tú juegas contra él una vez al mes como mucho, yo entreno todos los días. ¿Crees que a mí no me pega? A mí me pega más que a los demás.
¿Con quién lo pasaste peor del Barça?
Del Barça el que más cera me dio fue Costa.
Se recuerda poco a algunos jugadores muy buenos como Costa, Solozabal…
En España la generación del 59, Solozabal, Iturriaga, Romay, el indio Díaz, Llorente, eran muy buenos. Ahí empezó a despegar el baloncesto español.
En la transición de los ochenta a los noventa, los nombres que hubo en el Madrid fueron de primera línea mundial: Petrovic, Karl… en fútbol, Hagi, Prosinecki, que eran tal vez los dos mejores centrocampistas de Europa. Sin embargo, las dos secciones fracasaron. ¿Fue una antesala del síndrome de los galácticos?
Quizá. Mendoza hizo mismo que luego Florentino Pérez. Pero Florentino ha levantado el club. Hizo del Real Madrid una máquina de hacer dinero. En aquella época fue muy difícil la transición entre décadas. Perdimos a varios jugadores, yo estaba lesionado. Tardamos cinco o seis años en volver a ganar una liga.
¿No influyó la muerte de Fernando Martín en esa sequía?
No influyó deportivamente. Ocurrió que se había ido una generación, era un cambio generacional más que otra cosa. Había un desbarajuste.
También estuvo la lucha de egos de Petrovic y Martín… ¿cómo encajabas entre ambos?
Nunca tuve problemas de protagonismo. A Fernando le movía mucho más el ego. A mí eso es que me la sudaba en aquel momento. Cuando él no podía meter canasta, me la pasaba a mí y yo la metía. Y la metía seguro, eso sí. Después de cada entrenamiento me quedaba con Petrovic tirando. Él entrenaba mogollón, le dedicaba la hostia de tiempo. Me decía después de cada entrenamiento: “¡vamos a tirar cien triples!”. Y yo al final ya los metía durmiendo. El problema es que Fernando tenía ego, sí. Estos dos eran dos egos extremos. Al final pagamos por esto, por eso no ganamos la liga.
En el europeo Junior de Bulgaria gané a Drazen con la URSS. Le metí 36 puntos, y sin dedito, para casa, adiós, y en la final. Él metió 42 pero no valieron para nada. Ganamos de 10. Le arrasamos, joder.
Fernando no le aguantaba. Y este era muy listo, muy yugoslavo como yo digo. Te venía en plan amigo pero luego… no sé qué, no sé cuántos. Yo viví un año entero con él, en la misma habitación, y no era mal tío en realidad, era buena gente. Majo, generoso. Estaba bien. Pero, ay, el ego, los dos eran… es que ya no había posibilidad de otro tercer ego. Yo de lo que ejercía fue un poco el puente entre los dos. ¿Sí? Oye, dile a Drazen que tal. Y el otro, comenta a Fernando a ver si hacemos eso… De verdad… era…
Y podían haberse complementado mucho. Fernando era un gran jugador, pero no era un gran metedor. Le faltaba eso, tiraba de puta pena los tiros libres, tenía un tirito… básicamente su punto fuerte era el rebote, su físico potente. Y Petrovic era un gran tirador, pero no era una maravilla de jugador. Era muy limitado. Él hacía cuatro cosas muy bien y ya, aunque psicológicamente dominaba el tiempo y al contrario. Era un gran jugador, pero para mí no era Kukoc, que eso sí que era la hostia.
¿Era tan excéntrico Fernando Martín? ¿Es cierto que se iba al monte solo y dormía al raso?
En aquella época éramos un poco gilipollas. También decía que se iba a comprar una granja en Australia. Decíamos unas gilipolleces… Eran los años 80, Madrid me mata, la Movida madrileña, salíamos todas las noches… Decía eso pero yo creo que era mentira. Yo creo que nunca iba. Lo dijo un par de veces, pero igual iba a casa de un amigo y ya. La verdad es que éramos muy dados a filosofar y vacilar a la vez. Pensad que era gente muy preparada. Es decir, tenías que andar con cuidado porque en seguida te metían la puya. Las lenguas mataban. Corbalán, Iturriaga, Romay, que parece mentira, pero tenía una boca… Te mataban.
Recuerdo que en el Madrid salíamos mucho a cenar y luego a tomar una copa. En el año 83, Corbalán decía: “vamos a cenar todos juntos. ¿Con bicho o sin bicho?” O sea, con mujer o sin mujer. Cenábamos, discutíamos, hablábamos. Era muy divertido, creo que era una magnífica época. Me jode mucho pensar que no estaba apreciando en aquel momento lo bien que me lo pasaba. Ganaba dinero, una mierda de dinero nos pagaban, pero en aquel momento estaba bien. Las conversaciones eran intelectuales, por decirlo así, sinceramente. Yo solo tenía dos años de Educación Física en la facultad, pero uno era médico, el otro era ingeniero… y el que no estudiaba era gente con la que podías hablar de cualquier cosa. Leían periódicos, sabían qué pasaba en el mundo, qué pasaba aquí, les interesaba qué pasaba en la Unión Soviética. Había unas conversaciones increíbles. Y después fumar, beber. A mi eso me parecía alucinante.
Cuando hice mi primer entrenamiento en la Ciudad Deportiva fuimos al bar y pedí una Coca-Cola. Y Lolo Sainz me dijo: mira chaval, aquí se toma o agua, cerveza, o vino. Pero la mierda esa americana no se toma. ¿Cerveza y vino? ¿Con el entrenador? En Rusia no podías beber nada, ¡eras un alcohólico! Y aquí con el propio entrenador dándole. Luego los jugadores rusos decían: joder, están todos, los italianos, los españoles, tomando cervezas con su entrenador y nosotros aquí, como gilipollas, bebiendo agua. En Madrid te podías tomar una cerveza con tu entrenador, no tenías que tomártela a escondidas. Eso te tranquiliza.
Aquella época era magnífica. Luego vino otra generación. Sin Juanito [Corbalán] ya no era lo mismo. Vino gente distinta. Con Corbalán e Iturriaga daba gusto hablar.
¿Es cierto que Sabonis se hizo amigo de Petrovic, después de odiarse los dos mutuamente, tomándose unas cervezas en un control antidoping en Seúl porque no podían mear?
Puede ser. Aunque Sabonis nunca me lo ha contado, igual es leyenda urbana. A Sabonis no le gustaban nada los yugoslavos por su forma de ser, por provocadores. Sabas era muy noblote jugando, y todos los rusos también, somos nobles. Y los yugoslavos no. Quitando algunos, como Delibasic. Todos los demás…
Sabonis en el Real Madrid tampoco terminó muy bien.
Poca gente termina bien en el Real Madrid. A mí me hicieron partido de homenaje, pero a muchos no se lo hicieron. De que me iba me enteré cuando me fueron a operar. Es uno de los clásicos del Real Madrid. A un jugador le van a operar y le dicen: oye, no vamos a contar mucho contigo el año que viene. Y dices: joder, muchas gracias. Pero justo antes de llegar a la operación, a las puertas del quirófano. A mí, con dos años de contrato por delante, me dijeron que iba a jugar muy poco. Pregunté quién iba a estar en mi puesto y me dijeron una serie de nombres que… Dije: mira, para que jueguen estos y yo tenga que estar en el banquillo… Con todos mis respetos, son buenos chicos, pero no tienen ni puta idea de jugar a este deporte. Son, joder, peores que yo. Y qué hago yo en esa situación con dos rodillas operadas. Cerramos el asunto y me pagáis el dinero que me debéis. Y me pagaron, pero en cinco años. Que para la chorrada que me debían me lo podían haber dado en el momento, pero bueno. El Real Madrid en aquella época era muy cutre. Había una gente que ni tenía relación con el club, venían y se iban. El entrenador este de Estudiantes, Miguel Ángel Martín, el Cura… con todos mis respetos, puede ser buena persona, pero como entrenador…
Cuando yo me fui le quedaba un año más a Obradovic, que solo ganó la copa de Europa y nada más, el resto fue desastroso. Yo gané mi Champions League y me dije: ya me puedo ir.
Entonces, en el final de Sabonis, éramos amigos, pero estábamos todos separados. Ahora cada uno ya se ha ido a buscar la vida, su sitio en la sociedad. Aunque yo con la gente del equipo sigo teniendo una relación estupenda. Seguimos manteniendo una sección de veteranos del Real Madrid. Organicé algunos viajes a Moscú para jugar con el Dynamo, a Kazajstan. A San Petersburgo. Seguimos quedando. Llevo dos años sin jugar por los niños. Pero somos como sesenta y pico. Tenemos partidos, mucha gente viene a los viajes. Hemos viajado mogollón y nos gusta viajar. Es para recordar viejos tiempos y tomar cervezas.
Lo increíble es que todas las broncas que teníamos cuando jugábamos, todas las movidas, seguimos teniéndolas. Es imposible. Romay haciéndote lo mismo, Antúnez haciéndote lo mismo, el Indio se cabrea con Antúnez… es increíble. El Indio está muy bien, Antúnez está muy bien. Solo nos falta un base tipo Solozabal. Antúnez es muy rápido, pero… esos bases que hemos tenido… mira a Llorente, que me lesionó por pasarme mal, me giré, me crují y la rodilla a tomar por culo. ¡Siempre mal y abajo, el cabrón!
Antúnez siempre pendiente de sus estadísticas, con su musculatura de gimnasio en una época en que no era nada habitual, ¿era el Guti de vuestra plantilla?
Exacto, José era el Guti del baloncesto y sigue igual. Le vi hace poco y, de verdad… (risas) pero está bien seguir cuidándose. Yo me he dejado y tengo la barriga y todo eso. Puedo saltar y eso, pero me da pereza. Y Antúnez la verdad es que no tenía ninguna visión de juego. Sabonis se cabreaba con él ¡buff! Hasta lloraba ¡cómo se puede ser tan malo!, gritaba. Creo que se pasaba un poquito, pero es que se desesperaba. Antúnez era como un mihura, entraba a la canasta y no veía nada más, podías estar ahí solo que nada. Le han puesto gorros… Entrenaba contra Sabonis y una vez ¡pa!, otra vez ¡pa! y otra ¡pa! Joder, tío, a la tercera aprende coño, no entres por ahí. No había forma de explicárselo. Y el tío no era muy receptivo. No escuchaba.
Mira, cuando yo entré en el Real Madrid me pasé un año corriendo al contraataque sin recibir el balón. Porque con Juanito Corbalán te tenías que ganar que te pasara el balón, tenía que confiar en ti. Después de un año corriendo al contraataque, de repente un día me pasó el balón, entré, metí la canasta, me hicieron falta y encesté luego los tiros libres. Pues a partir de este momento todos los balones en contraataque me los pasaba a mí. Pero si fallabas, otro añito más sin recibir el puto balón. Corre al contraataque y todo lo que tú quieras que no recibes ni para Dios. Te tenías que ganar su confianza. Y esto es un base.
Era el último de una generación anterior a la vuestra, de unos valores anteriores…
El tío era muy cabrón. Cuando a él le defendía Solozabal, que era bueno, pero no era Costa, Juanito entonces decía: Chechu, toma, saca tú (risas). Y yo: me cago en la puta, Juan, si este tío me come los huevos… Pero era fantástico… eso de ir hasta la canasta, entre el tiro libre, corriendo, parar y tirar desde ahí. Eso lo tenía muy bueno. Podía meter más puntos fácil. Como Nacho Azofra, que empezó a meter al final de su carrera, cuando de repente descubrieron que tenía un tiro de cojones.
¿Te marcó el Angolazo?
Me dejó tocado. Es que era una mierda de equipo lo que teníamos… ¡una mierda! Yo me lesioné antes de los JJOO, ya me molestó durante todo el año la pierna, pero me jodí justo antes. El pivot era Juan Orenga y era un equipo desastroso. Estuvo la huelga de los jugadores por el tercer extranjero, malas relaciones con la prensa, salidas de marcha todas las noches. También fue la peor época de Díaz Miguel, se le iba la bola cada dos por tres.
¿Dónde se compraba Díaz Miguel las chupas de Miami Vice?
Es que eran los años ochenta, tío. Entre el peinado, las chupas, remangándose las mangas de la chaqueta, joder. Tenía más de cuarenta años y ya sabes eso de la segunda juventud. Esa época en la que queremos ser lo que ya no somos.
Como entrenador nunca me convenció. Era un poco limitado. Cuando estaba bien, hizo bien las cosas, pero francamente creo que nunca ha sido un gran entrenador. Cuando ganamos la medalla de plata en aquel partido contra Yugoslavia fue suerte. Simplemente, acertó. Iba perdiendo de trece, entraron Romay, Llorente y Margall, que era muy buen tirador, sensacional. Hubo un cambio de ritmo y mira, plata. Es que el entrenador no es tan determinante. Hay un libro de Pat Riley, que todos los entrenadores deberían leer, que recuerda un partido donde iban perdiendo de uno y quedaban dos segundos. Magic le preguntó qué hacían y dijo: “¿cómo que qué hacemos? eres Magic Johnson, coge la pelota y métela”.
El entrenador tiene que dominar los tiempos de partido y acertar en los cambios. Luego, indudablemente, influye la relación personal que logre. Ese es el primer trabajo, la psicología. Mira a Vicente del Bosque, qué le va a enseñar a esta magnífica generación que tenemos de futbolistas. Él pone el sistema y sabe que cuenta con tíos de tal calidad que no les tiene que decir qué hacer. Ahora, tiene que haber armonía. Si no, en la cancha o en el campo se refleja. Es el trabajo número uno: psicólogo, psiquiatra, profesor o filósofo, saber llevar al grupo, ¡inteligencia emocional de esa!
Ahí los yugoslavos, en general, el tema de equipos lo tienen muy bueno. En cualquier deporte. Fútbol, balonmano, da igual. Son competitivos y saben jugar en equipo porque tienen muy bien definidos los roles. A veces hay un tío que mete veinte puntos y ya se cree que es la polla. No, perdone, has metido veinte puntos circunstancialmente. Fernando Romay no puede meter veinte puntos en todos los partidos. No tiene capacidad, pero sí cogerte doce rebotes, que son mucho más importantes que sus doce puntos en un partido. Con los rebotes me vale, ya has cumplido.
¿Sientes envidia de la selección actual?
Sí, siento envidia y no lo escondo. Lo vi venir en el campeonato del mundo Junior de Portugal, con Raúl López, Navarro… Gasol todavía no jugaba tanto, pero ahí estaban todos. Mi favorito es Navarro. Por el desparpajo, por la inteligencia. Confía plenamente en sus posibilidades. No le tiene miedo a nadie. Le vi jugar en Estados Unidos y podía jugar tranquilamente ahí. Di que para lo que gana en la NBA prefiere jugar aquí, que allí está el límite salarial y tal. Él lo hizo bien, vio que podía jugar y luego se ha vuelto. En cambio Pau Gasol puede jugar años y años en la NBA, y Marc lo mismo. Marc creo que tiene más nervio, pero Pau es determinante, 2,15 y una altura de brazos impresionante. Tira bien, es inteligente.
Yo, que he pasado años jugando en la selección, sufría. Y ahora cuando viene Tikhonenko a decirme que, joder, qué selección tenemos, que no hay nada que hacer contra ella… Es una pena que poco a poco se les esté terminando el momento. Rusia también empieza a tener algo, pero… bueno, cuando ganó a la selección en el Europeo fue porque España jugó como el culo. Ahí sí que se ve dónde hay un entrenador magnífico, David Blatt, que saca el máximo provecho de un equipo como Rusia.
Este deporte también es carisma. Tú puedes ser limitado y puedes ser carismático. Quitando grandes jugadores como Michael Jordan o Kobe Bryant, que lo tenían todo, Larry Bird era limitado, pero era carismático. Metía sus tiros raros, de la hostia. Le veías y pensabas: cómo ha hecho este blanco esto. Kareem Abdul-Jabbar, son tíos que te marcan en la cancha. Lo ves y sabes que con él no puedes. Es presencia en la cancha. Fernando Martín: dentro de la zona estaba él y nadie más. ¡Nadie más! Daba hostias, sabía cómo darlas. Te dominaba psicológicamente. Eso lo tienes o no lo tienes.
En la selección te sustituyó Herreros…
Creo que Alberto ha sido un jugador clave, que mantuvo la selección a flote. Mucho más importante que mi presencia. Pero es más bien sucesor de Epi. Jugador muy limitado, igual que Epi, que solo hacía dos cosas, pero te ganaba el partido. Haciendo lo mismo siempre. Cuando Epi hacía el cambio por bajo decías: pero coño, quién te ha enseñado esto. Hace poco lo vi y estaba muy jodido de la espalda. Joder, Epi te metía veinte puntos por partido, en todos los partidos: veinte, veinticinco, veinte, veinticuatro… También es verdad que era saca y mete, pero coño, hay que meter y él metía.
En tu época siempre estuvo en duda la continuidad de la sección de baloncesto del Real Madrid…
Toda la época que estuve yo siempre se puso en cuestión la sección de baloncesto. Pero está tan arraigada en la vida de España como la del fútbol. No se puede concebir el Real Madrid sin baloncesto. Eso se acabó todo con Florentino, que dijo: “Esto es lo que hay y punto”.
Definiste al Madrid como “un club de agobio”, en el que “si tuviésemos menos presión haríamos las cosas mejor de lo que lo hacemos. Pero eso es imposible”.
Sigue siendo un club de agobio, pero no hay otra manera, es lo que hay. Jugar en el Real Madrid no es lo mismo que jugar en otro club. Tú puedes ser la polla en el Taugrés y luego venir al Madrid y no es lo mismo. Comparado no tienes la misma responsabilidad. En el Real Madrid tienes veinticuatro horas en la chepa los chismorreos, politiqueos, el equipo, el entrenador, la afición, el contrato que hay que renovar, es la hostia. El Real Madrid es muy complicado. O metes veinte puntos y sales a hombros o no vale nada.
Te quejaste del politiqueo que se hacía con la sección…
El deporte es política. Y siempre van juntos, pero yo decía muchas gilipolleces. Yo me leo lo que decía entonces y pensaba: joder, qué gilipollas. El otro día vi un reportaje que nos hicieron y me daba vergüenza, pero vergüenza, oír lo que decía.
A ti en una ocasión, en esos tejemanejes o politiqueos, te acusaron de “drogadicto” en el programa de José María García.
Esto fue con Mendoza. Pasó que yo tenía un pub, era socio de un bar. Estaba en la Plaza de la Paja. Ahora no tiene nada que ver con lo que era en los ochenta, que estaba lleno de drogadictos. No tengo ni idea de si sigue, han pasado veinte años, pero de ahí salió. Por tener esa historia salió el bulo. También dijeron en Barcelona que era gay. En Barcelona cada jugador del Real Madrid que es bueno y guapito tiene que ser gay. Y también lo dicen de sus propios chicos. No sé por qué, siempre sacan a jugadores que son gays. Aquí, en Madrid, drogadictos. (risas). Aquello mío salió justo en la época de la renovación, tenía que renovar un buen contrato, etcétera, etcétera.
¿Cuánto cobrabas?
Lo máximo que gané fue un millón de dólares. Al llegar, dos millones y medio de pesetas. Encima éramos trabajadores por cuenta ajena y Hacienda nos quitaba mucho, aunque para el 83 era un gran salario. En el 93 o 94, cuando Montero fichó por el Barça, le dieron un millón de dólares y yo pedí otro para mí. Creo que Montero estaba sobrevalorado, era bueno técnicamente, tenía un físico potente, pero no. Yo a José lo conozco muy bien, era un tío cojonudo, pero el base tiene que ser más templado. Él se cabreaba…
Se ha quedado con lo del tapón de Vrancovic en el último suspiro de la final.
Eso queda para toda la vida.
¿Qué recuerdo te queda para toda la vida?
El partido de Atenas de la Recopa del 89. Fue brillante, juego ofensivo, rápido, vistoso. El que mejor recuerdo. Y luego algunos contra el Barça. O cuando jugamos en el Tour en EEUU con la URSS. Nos dijeron que si podíamos ir a jugar allí, nos querían a Sabonis, a mí y a otro que no me acuerdo. A Sabas le hubiera ido muy bien, se fue con treinta y tantos y una pata coja y lo hizo bien. Piensa cómo hubiera sido con 20 años y delgado. Pero allí arrasamos, en el último partido terminamos defendiendo con tres en la tercera prórroga y nos echaron a todos. Luego los americanos nos pidieron disculpas, nos paraba la gente por los aeropuertos por el arbitraje. Nos querían pedir perdón. En los primeros partidos del tour fuimos arrasando, ganando de veinte, y ellos, ya sabes, alguno tenían que ganar.
Los jugadores europeos ahora mismo son los mejores que tiene la NBA.
Antes en Estados Unidos era obligatorio pasar por la Universidad, te enseñaban todos los ataques, la defensa en zona, la base del baloncesto. Ahora les pillan desde la High School y no saben ni leer a veces, coño. Antes les inculcaban una teoría y después iban a la NBA, ahora son la generación del hip-hop. Antes jugabas contra Larry Bird, Danny Ainge, JaVale McGee, Dennis Johnson. Eran más altos, más rápidos y más grandes. Y parece que no corrían. Ellos andaban y tú asfixiado. Ahora ha cambiado mucho.
Las canchas europeas forjan que da gusto.
¡Buf! Recuerdo una anécdota, en el primer año de George Karl. A Anthony Frederick su primer partido le tocó jugar en la cancha del Aris de Salonica. Salimos a hacer el calentamiento, nosotros ya sabíamos el percal y saludábamos con una toalla cerca de la cabeza por si acaso, protegiéndonos un poquito. Pues yo no sé si sabéis cómo eran las monedas de 50 dracmas; eran como las de cincuenta pesetas de Franco. Y él salió, ¡hola, hola!, y le metieron una hostia que se quedó flipado. En Estados Unidos era impensable. Le hicieron una brecha de siete puntos. Y él, joder, si no hemos empezado a jugar todavía. Pero ganamos aquel partido y jugamos muy bien, además. Él no era mal jugador, individualista, pero no estaba mal. Tenía una novia guapísima, una sudamericana con una mezcla de sangre india, negra, joder, qué guapa. Te quedabas pensando cómo la naturaleza podía haber creado algo así. Se perdió un poquito con él porque era muy feo, eso sí, pero bueno.
¿Teníais movida con los jugadores lituanos en la selección soviética por el tema político?
No teníamos ningún problema, pero todos los lituanos preferían jugar con Lituania. Eran todos nacionalistas. Y eso lo comprendo hasta cierto punto, la gente tiene que querer a su tierra, conocer su idioma, son cosas que hay que llevar en la sangre como ser humano… y hasta ahí. Después ya hablamos de otras cosas, pero a mí eso me parece bien. Los lituanos son muy nacionalistas. Y había presión cuando jugábamos allí. Con los del Zalgiris cuando íbamos con el Dynamo había casi hostias siempre. Pero dentro de la selección no había problemas.
Y llegó la Perestroika.
Atrás no se podía ir. El cambio era necesario. O íbamos adelante o… atrás ya no se podía. La gran virtud fue de Yeltsin, de no llevar el país a una guerra civil, que podía haber llegado. No como en Yugoslavia, que es la polla. Yo estuve en Sarajevo nada más llegar a España en uno de los primeros viajes que hice con el Real Madrid, y cuando lo vi después de la guerra… Es increíble lo que pasó ahí, increíble que permitiéramos que pasase esto en el corazón de Europa. Y todos somos culpables. Españoles, franceses, por supuesto los alemanes, ellos los primeros. No puedes decir que los culpables son solo los serbios. Los croatas hicieron la hostia, y los bosnios. Y los kosovares, la polla, ahora se descubre que estaban vendiendo los órganos cuando hace años decíamos que eran las víctimas. Me parece absolutamente injusto decir que unos son culpables y otros no. Me da mucho asco que me manipulen. Lo odio. En una guerra civil nadie tiene razón. Es la mayor desgracia que le puede pasar a un país. Y España lo sabe bien. Y los rusos, que allí también ha pasado.
Te declaraste defensor “a muerte” de la Perestroika.
Pero Gorbachov era un cantamañanas. El cambio había que darlo, claro que sí, pero él no era la persona más adecuada para llevarlo a cabo. Mira China, ha sabido adaptarse. Podemos criticarlos y todo lo que quieran, pero yo les he visto cómo vivían antes de la Olimpiada de Seúl y como están ahora y digo: la polla. Y son mil y pico millones de personas, que hay que darles a todos de comer. Han sabido hacer la transición. En Rusia, nada, como siempre, o hacemos la revolución o robamos todo el país, como así ha sido.
Es increíble. Cómo estábamos cuando me fui y que al cabo de pocos años todo se desmoronara y se fuera a la mierda con Gorbachov. Por cierto, mi tío estudió ingeniería con uno que trabajó con Gorbi. Mi tío fue niño de la guerra y lo mandaron a Cuba porque sabía cristiano, y dio clase con este hombre, que era muy buena persona y muy buen ingeniero. Antes de que Gorbachov llegase al Comité Central había estado a cargo de una región de Rusia. Y decía: este tío, la región aquí donde ha trabajado… arruinada ¿y le mandáis a Moscú? Este arruina toda la Unión Soviética. Y, joder, qué razón tenía. Era muy listo, muy inteligente. Decía: ¿lo vais a llevar a Moscú? ¡joder! (risas) y así fue, la arruinó. Acertó.
¿Cómo fue el impacto cuando llegaste al capitalismo?
Yo había viajado mucho y ya conocía los supermercados grandes. Pero mi madre cuando viajó a España solo conocía las tiendas de barrio. Cuando vio un verdadero supermarket a la americana… Es que en aquella época en Rusia no había comida en las tiendas. Cuando nos fuimos ya empezaba la debacle con Gorbachov, y mi tía Zina casi pierde el conocimiento cuando vio un supermercado español. Es que no había latas de atún: había de esta marca, de otra marca, había miles de latas. Se mareaba. Cuando entró en la charcutería y vio todos los filetes y la carne…
Yo compré mucha ropa al principio, pero es que vine con lo puesto y un traje. Vi lo que la gente compraba y yo iba detrás a por lo mismo. Y ahora es al revés, en España la gente es muy tranquila con la ropa comparada con los rusos. Las mujeres rusas, joder. En ese sentido, de España lo que más me gusta son las personas mayores. Tú aquí no ves personas mayores mal peinadas. Salen de paseo, todas bien vestidas, da gusto verlos. En Rusia están horribles, no les cuida nadie, ni el Estado ni la familia. Aquí es otra historia.
En Madrid te compraste un Porsche y te lanzaste de vuelta a la URSS con él…
Me fui en un viaje de cuatro días y en la frontera me recogieron mis amigos. Ida y vuelta, 4200 kilómetros ida, y 4200 vuelta. Fue en el 86. Viajar en el coche por Europa se lo recomiendo a todo el mundo. Todavía estaba el muro de Berlín, que no lo había visto. Quise pasar al Este, pero no me dejaron. Cómo me iban a dejar pasar con un Porsche rojo ¿a qué, a hacer sufrir a los pobres alemanes? Anda, date la vuelta, me dijeron. Y acojonaban ¿eh? Fui por la noche y los vi con el uniforme que tenían los alemanes, que a mí siempre me ha gustado, y el de la RDA era igual al de la guerra. Y yo, joder, cuando les vi, que mi abuelo ha estado peleando con estos tíos. Luego en Moscú creo que ni conocían la marca del coche.
Contó Iturriaga que tus amigos del CSKA se comían los vasos después de beberse el vodka…
No, no. Yo organicé varios partidos contra los veteranos del CSKA y la Unión Soviética. Rusia era Rusia y Lituania, Lituania, ya estábamos separados. Entonces invitaba al Real Madrid de veteranos y hacíamos una cena con los españoles, que beben la hostia, no te creas que los rusos pueden estar tranquilos, beben de cojones. Y había un tío en una de estas que después del trago se comía el vaso, pero es un amigo mío, un checheno. La primera vez que lo vi lo hizo con un vaso pequeño, que no tenía ningún secreto, pero aquella vez ya fue con un vaso gordo, que aquello era la hostia.
A ti el deporte que te ponía era el Hockey hielo…
Sigue siendo mi deporte favorito. Mi ídolo era Kharlamov, que su madre era española, también niña de la guerra, como la mía. Tú en Rusia preguntas y es Dios. Los partidos de finales de los setenta contra Canadá los recuerdo como si fueran ayer. El gol de Kharlamov fue un clásico, él solito esquivando a todo el equipo… luego los americanos reconocieron que su objetivo era lesionarle y lo hicieron, no podían pararlo. Cada vez que recuerdo su gol al New York Rangers me emociono, de verdad. Yo jugué, y jugaba bastante bien, pero no patinaba muy bien.
Has opinado mucho sobre política española también, del PP dijiste que era populista cuando Matanzo cerraba los bares de Madrid, del PSOE que sufría un divorcio con la juventud…
Eran chorradas, para tirarme el moco, para parecer interesante y gustar a las tías.
Pero en una ocasión en la que Alfonso Guerra os quitó un avión para volver de un partido en Galicia dijiste que España se estaba empezando a parecer a Rusia…
Joder, es que aquella época… no sé si la gente ha viajado a Galicia por carretera ¡Era una aventura! Teníamos ya unas ganas de coger el avión, volver, y que nos lo quitaran es que me cabreó mogollón. Parecía Rusia, joder. Y al final se demostró que Guerra sí tenía mucho morro. Y lo sigue teniendo, aunque eso no quita que fuera un político brillante.
Sobre un tema muy actual, las rivalidades entre regiones españolas, dijiste que comprendías que en la URSS os dijeran que los americanos eran el enemigo, pero que en España no entendías la rivalidad con los catalanes.
Ahí sí que estuve brillante. Para mí sigue siendo igual. Hay una frase, a ver si parezco intelectual, la de Oscar Wilde, de que el patriotismo es el último refugio de los canallas. Cataluña tiene graves problemas con lo que debe, etcétera. Y ahora, que no es que estemos con el cinturón apretado, es que ya no se puede apretar más, en vez de estar unidos, intentar dividir… no me jodas. Si no has podido arreglar Cataluña, intentar sacar esta historia… No entiendo de dónde viene la enemistad entre catalanes y españoles que siempre han estado juntos. Pero qué cojones se habla ahora de separación, si nos separamos nos volvemos más débiles los dos, si es que esto es de cajón.
Ellos tienen que estudiar catalán, pues completamente de acuerdo. Porque es su cultura y su lengua y tienen que saberla. Y si vas allí y no eres tonto, lo aprendes. ¿Pero separación? Con gente que se queda sin sus casas ¿pero de qué cojones estamos hablando ahora? Salgamos de esta mierda y luego plantéalo como tú quieras, pero ahora me parece una puñalada a todos, y a los catalanes en primer lugar. Ahora bien, si quieres tapar otras historias tuyas no vengas de salvador de Cataluña. Que están destruyendo la clase de media de este país. Ni los vascos lo plantean en este momento después de haberlo perseguido toda la vida.
De todas formas soy optimista, creo que España tiene una capacidad de recuperación y adaptación muy importante. Vamos a tardar, costará, pero tenemos sol y es de puta madre, créeme. En Rusia cada vez que venía el invierno, joder, a las cuatro de la tarde de noche ¿qué hago? Aquí la gente es muy alegre. Los españoles están de puta madre. Y vienen aquí los rusos y dicen que es el único país donde los aceptan.
¿Sigues representando artistas?
He cerrado la agencia hace dos años. Ahora mismo estoy parado, gano dinero esporádicamente, mi mujer no trabaja, tengo a mi madre, dos hijos pequeños, la madre de mi mujer está en Rusia. Es un sinvivir, sinceramente. Pero bueno, se busca uno la vida.
Cuando empezaste en el espectáculo confesaste que siempre te había gustado mucho el cine. ¿Qué es lo que más te gusta?
Pues por ejemplo, Clint Eastwood. Pero no el de ahora, ese que dicen que es un cineasta de cojones. A mí me gusta Clint cuando le tachaban de facha, de anacrónico. Ese me gustaba. También decían que Sergio Leone y compañía eran mierda de spaghetti western que se rodaba en España y ahora digo, joder, qué buenas son estas películas. Harry el Fuerte y su frase “alégrame el día”… mmm… (risas)
Y de tu etapa de comentarista con Siro López…
Somos muy amigos. Éramos viscerales. Teníamos que ser del Madrid, que estábamos en Telemadrid y había que animar el cotarro. Nos hemos divertido mucho. A Siro le conozco desde hace treinta años. Nos queremos un montón. Me encantaría volver a hacerlo, es muy buen comunicador.
¿Cómo le va a tu hermano pediatra que vino contigo de la URSS?
Mi hermano tiene trabajo, pero menos. Donde más trabaja es en centros de salud de la seguridad social, le conoce todo el mundo. Es un buen médico. Tuvo suerte de que llegamos antes de que España entrara en la UE y pudo homologar el título sin demasiadas dificultades. Ahí nos echó una mano el Real Madrid. La verdad es que mi familia y yo estamos muy agradecidos al club, nos ayudó mucho. Cuando dicen que es un club señor, es verdad. Por muchos problemas que tuviera, es verdad: es un club señor. Y lo sigue siendo ahora. Llamo y da gusto cómo me atienden. Siempre cuando pueden me ayudan.
Trascendió que tu refrán ruso favorito era “Al mal bailarín siempre los cojones molestan” ¿Tienes algún otro que nos puedas recomendar?
Eso fue por Iturriaga, estábamos tirando unos libres y él todo el rato con que si el balón estaba deshinchado. Y se lo dije: ¡al mal bailarín los cojones siempre molestan! Me lo recuerda siempre. ¿Quieres otro? Este lo recuerda mucho Quique Villalobos. Cuando echaron a un directivo, que no voy a decir su nombre, se fue porque se peleó con el presidente, estábamos en el vestuario y dije este otro refrán ruso: “¡Al perro muerte de perro!”
Jueves lluvioso. Chechu Biriukov nos cita en el Moraleja Green, un centro comercial entre Alcobendas y Las Tablas, en Madrid. Está al lado de las nuevas oficinas de Telefónica, que parecen una cárcel del siglo XXXIV. El metro llega, pero el barrio, si se puede llamar así, con su campo de golf, está diseñado para el coche. Sin vehículo, los pies llenos de barro y más perdido que una rana en el mar. Así es la selección natural en estos tiempos que corren. En la URSS, la vida era deprimente porque las tiendas estaban vacías. Aquí, en el Moraleja Green, los escaparates están llenos, pero la mayoría no puede comprar gran cosa dada la situación económica. Nos vigila a hurtadillas, mientras hablamos largo y tendido, un guardia de seguridad con gorra y todos los complementos. Chechu nos comenta que alucina con la cantidad de cámaras de vídeo que hay en su barrio. Las ha ido contando cuando pasea con sus dos mellizos de tres años. Parecido no es lo mismo, pero aquel Gran Hermano ahora está más cerca que lejos del mundo libre maravilloso que emergió tras la caída del muro. Y lleva camino de superarlo… Aunque, sin eludir estas cuestiones, de lo que queríamos hablar con Chechu es de baloncesto, el deporte que le convirtió en leyenda, y de su estilo, que tantas risas nos ha dado imitándolo en las canchas del barrio. Mantiene una visión romántica de su deporte. Detesta los esquemas defensivos en el juego, el mero hecho de defender ya le parece aburrido. También valora la obra de Florentino Pérez en el Real Madrid, club del que conoció sus peores facetas en un tiempo de crisis profunda e indefinición. No obstante, recuerda aquellos años como una época dorada, irrepetible, y no por zarandajas deportivas: por el vino, por las mujeres y por el dinero.
Háblanos de las escuelas de baloncesto de la Unión Soviética en las que te formaste como jugador.
Ahora no sé cómo anda el tema pero en aquella época estaba muy bien montado lo de aprender algún deporte, en este caso baloncesto. Estuve ocho años en una de las mejores escuelas de la Unión Soviética, Trinta, que lo seguirá siendo. Tenía unas instalaciones cojonudas. Empecé con diez años. Mi madre vio que me podía mandar gratis todo el verano a un campamento veraniego y fue la alegría de su vida. Iba del 4 de julio a 28 o 29 de agosto, a 45 kilómetros de Moscú. Allí acababas hasta las pelotas de tanto baloncesto, pero la escuela estaba muy bien organizada. Porque la estructura de la Unión Soviética era magnífica para el deporte. Para cualquier deporte. Entrenaba casi todos los días dos veces. Una por la mañana y otra por la tarde y en el medio, estudiaba con un horario especial. Estaba pensado para que pudiéramos estudiar y hacer deporte.
En el campamento nos levantábamos a las siete, con una especie de entrenamiento matutino, una hora y pico, después desayuno. Luego a las diez o a las once un entrenamiento de dos horas. Comida, descanso y otro entrenamiento a las dos horas. Tres veces al día. Y el fin de semana, descanso. El mismo sistema existía para todos los deportes. Y los individuales, como patinaje artístico, gimnasia deportiva, natación o atletismo, metían muchas más horas.
A mí me encontraron en un colegio. Mi primer entrenador, el que me tuvo los ocho primeros años, iba por los colegios, buscaba a los chicos altos, te preguntaba si querías hacer baloncesto y ya está, te cogía.
¿Es cierto que este entrenador os obligaba a leer libros e ir a ver los museos de las ciudades donde jugabais?
Este hombre fue como un segundo padre para mí. Se llamaba Ravil Cheremtiev. Estaba más con nosotros que con su familia, de hecho luego se separó, teniendo dos hijas. Y sí, nos obligaba a culturizarnos. En cualquier ciudad de mala muerte en la que estuviéramos teníamos que ir a ver el museo del lugar. Éramos un equipo que, aparte de ser muy buenos, teníamos una preparación intelectual muy buena. Nos obligaba a leer libros. Si no cumplías en el colegio, no viajabas. Te tenías que quedar y estudiar. Cuando íbamos al extranjero, a Polonia o Checoslovaquia, que aquello era la hostia, salir de la URSS, él premiaba a los mejores estudiantes aunque fueran peores jugadores.
Joder, en aquellos tiempos el sistema educativo soviético era muy bueno. Teníamos que leer Crimen y Castigo en 8º, Guerra y Paz en 9º… Dostoievski, Pushkin, toda la literatura rusa, menos Nabokov, claro, y Bakunin, que estaban prohibidos, pero los conseguías. Y también, aparte de la literatura rusa, la mundial. Don Quijote, por ejemplo, era obligatorio. Había muchas clases de Cervantes… Lope de Vega.
Los libros prohibidos se podían conseguir en Rusia. Si te pillaban con uno tenías un problema, pero los encontrabas. Yo, sinceramente, donde más leí estos fue en España. Mi primer año, que me lo pasé entrenando sin jugar, viajé mucho a París, donde había muchas librerías de ruso, en cirílico, y sí, compré allí muchos libros que no podía conseguir en la URSS. Luego tenía un catálogo y me los mandaban a casa. Ya cuando aprendí castellano encontré fácil todo lo prohibido en mi país.
Aquel entrenador a lo que nos obligaba era a que, cuando viajábamos, cada uno se tenía que llevar un libro. Nada de jugar a las cartas. Cada trayecto en el tren duraba una noche como mínimo y nos obligaba a estar leyendo.
¿Tu madre no te enseñó castellano en Rusia?
Mi madre pasaba de enseñarme. Mi hermano y ella sí hablaban entre ellos en castellano, pero se convirtió en una mezcla incomprensible que nadie entiende. Ella decía la mitad de palabras en español y la mitad en ruso. Y siguen así. Oigo a mi madre y pienso ¿pero qué cojones dice esta señora? Es en plan “tráeme носки (calcetines)”.
Después de tu paso por escuelas de baloncesto tan académicas, donde los jugadores salían con una técnica elegante y depurada, a todo el mundo le llama la atención tu tiro de tres, tan raso, que parecía más propio de la calle…
A todos nos enseñan igual en todas partes y después cada uno tiene sus manías o sus historias. A mí me marcó que una vez en un partido fallé mucho y me vinieron a decir que tenía un tiro raso, que tenía que cambiar. Aquel día no estaba mi entrenador. Me lo intentaron corregir, pero luego llegó él, lo paró todo y me dijo: no cambies nada, tira como quieras. Déjate de parábola, de tener la mano así o así. ¿Cómo es cómodo para ti? ¿Raso? Pues tira raso. Y tenía diecisiete años. Ya era difícil cambiar. Reconozco que era heterodoxo, pero coño, lo importante es meterlo. ¿Qué más da cómo tires?
Tú no querías abandonar la URSS para venir a jugar a España.
Es que estaba de puta madre en la URSS. Jugaba en el Dynamo, ganaba dinero. Para un chico de 19 años estaba muy bien, ahora es una mierda si lo piensas, pero yo estaba de puta madre. Además, había unas tías cojonudas en Rusia. Es como el chiste del niño que nace y no habla y al cabo de nueve años dice: las tostadas están quemadas. Y le preguntan: hijo mío, ¿sabes hablar? Sí, pero hasta ahora estaba todo bien.
Crecí en los años de Breznev, en los setenta. No era la época de Stalin, pero eran años de hierro. Aunque también era una época muy divertida. E insisto en que había unas tías que alucinas. La generación que nacimos con Breznev añoramos mucho esos tiempos. Faltaban la hostia de cosas, pero había… mira, la gente era mejor. Ahora, con el dinero, la gente ha cambiado mucho; la mentalidad rusa. Créeme, en aquella época éramos mejores personas. Y sí, había lío con el Partido y eso, pero en realidad no suponía mucha presión. La gente pasaba de la política y la propaganda. Se vivía sin miedo al futuro. La Sanidad te la daba el Estado, la Educación te la daba el Estado, es discutible si era mala, buena o regular, pero vivías con esto. Tú tenías trabajo, obligación además de trabajar. Luego cada uno elegía su camino dentro o fuera de la ley. Porque, por ejemplo, comprábamos y vendíamos vaqueros. Eso era muy divertido, de a ver si te pillan. Si te cogían era un lío de cojones, pero al venderlos te sacabas una pasta extra de puta madre. Era muy divertido.
Pero eras miembro del Komsomol, las juventudes del Partido Comunista…
Sí, y me echaron. Era muy curioso, para venir a España tuve que pasar por una reunión de expulsión del Komsomol, pero yo no quería salir de la organización. Sin embargo, me echaban porque me iba del país. Aún no entiendo por qué, pero bueno. Entonces me montaron un teatro, una reunión. Y cuando salimos de la sala, todo el mundo, pero todos, deseándome suerte en España. Dentro, todos serios. Y luego fuera, mucha suerte no sé qué. Un teatrillo. Es que era muy ridículo. Por el código había que echarte ¿para qué?
También para entrar tenía que ser laico y por eso me tuve que bautizar a los 16 años. Me bautizaron con Consuelo, mi sobrina, que tenía tres meses. Yo desnudo, con la chorra al aire, dando paseos alrededor del altar, en diciembre con un frío que alucinas. Con agua helada que me echaron por toda la espalda. Me quedé flipado. Una vergüenza que pasé, rodeado de las madres, que tenían 25 años más o menos todas.
Al llegar a Madrid y no poder inscribirte porque no te daban la nacionalidad tu madre dijo que le daba vergüenza haber traído gratis a todo un jugador formado en la URSS, nada menos, y que no pudiera jugar.
Es que el primer año fue muy duro. No entendíamos el haber venido para que yo no pudiera jugar porque me faltaba la nacionalidad. Yo, que tenía un nivel, que había estado en la selección de la URSS. Y fue una pena que perdiera un año, tenía 20, fue muy duro. Entrenas para dar el máximo provecho, pero si no juegas no puedes ver lo que haces mal o bien, es una putada no jugar.
¿Tu madre te sacó del CSKA para facilitar después la salida del país, para que no tuvieras vinculación con los militares?
No, no, no fue así. No pensábamos en el traslado en aquel momento. Yo estaba en el CSKA que era prácticamente la selección de la URSS y yo era el undécimo jugador. Prácticamente no jugaba. Pero había un equipo joven, que era el Dynamo, que estaba empezando a despegar y hacía un baloncesto que a mí me gustaba mucho, muy alegre, con muchos contraataques rápidos, muy ofensivo. No como ahora: veinticuatro segundos, ¡sistema, sistema! Nosotros íbamos ¡aleeeeeehh! como los cosacos. El entrenador del equipo, Eugeny, era el hermano de Aleksandr Gomelsky, también seleccionador nacional, y no se llevaban muy bien por aquella época. Intentamos hacer lo posible para pasar de un club a otro y, como yo no había jugado ni un minuto, fingí que me había lesionado la espalda. Porque si jugaba un minuto ya no podía ir a otro club. Estos fueron los motivos por los que me pasé al Dynamo.
Cuando en el Real Madrid hiciste fama de juerguista contestaste en una ocasión que, para juergas, las que te pegaste en Moscú.
Sí, en mis años en Moscú sí que estuve de juerga. Era muy joven. La verdad es que la salud era de hierro. Puedes permitirte estar toda la noche sin dormir y después por la mañana ir a entrenar. Aquí salimos, pero en Moscú era mucha más juerga.
Luego la selección de la URSS, cada vez que venía a Madrid, iba a Macumba.
Sí, y yo con ellos. Esas noches eran clásicos. Esas juergas en el Macumba de Chamartín eran verdaderos clásicos. Ellos siempre paraban en el hotel Plaza Norte, creo que se llamaba, y la discoteca la tenían enfrente. Además, la abrían solo para los rusos y flipábamos con el toro mecánico. Veías a Tkachenko en el toro mecánico, con sus 2,20… joder.
Tkachenko, que terminó empapelado en uno de estos viajes por evasión de divisas.
Le pillaron, sí. Estuvo dos o tres años sin poder salir de Rusia, luego le perdonaron. Es que te podían meter en la cárcel, había un artículo en el Código Penal. Y si eran grandes cantidades podía ser pena de muerte. No se la jugó porque llevaba mil dólares como mucho, para pillar no sé cuántos vaqueros. Lo grave es que él era militar, pero porque ganabas un plus. Por jugar en el CSKA y por ser oficial.
En el partido de tu homenaje el CSKA te regaló un uniforme.
Me regalaron un uniforme de soldado ruso. Fue un poco sorpresa. Yo le agradezco al Madrid el homenaje. Hombre, si no me lo hacían tenía que pagarme cuarenta millones de pesetas, no te creas que lo hicieron así… Pillaron que estaba aquí el CSKA y montaron el homenaje corriendo para no tener que soltar la pasta. Ya conocemos a nuestros clásicos, joder.
Y en una broma del programa de televisión Inocente, inocente te trajeron a unos soldados rusos que te pusieron a desfilar con una escoba.
Los hijos de puta que prepararon esta broma eran amigos míos íntimos. Y los cabrones sabían que yo hice una mili de aquella manera, destinado en un archivo que estaba en la calle Princesa, y no juré bandera. Estos lo sabían. Según me licencié, se enteraron y me lo prepararon. Y, sí, me acojoné. Cuando ves un uniforme, cero preguntas. ¿A la derecha? A la derecha. ¿A la izquierda? A la izquierda. ¿Disparamos? Disparamos. En Rusia el uniforme acojona. Era de los primeros programas, no había salido nada por la tele y pillaron a todo el mundo.
¿Qué diferencias encuentras entre el baloncesto que jugaste tú y el actual?
El baloncesto evoluciona muy rápido. Yo me retiré con 32 años y ya estaba gordo, pero físicamente iba notando que cada vez todos iban siendo más grandes y más fuertes. Aunque a mí la NBA ahora mismo me parece un coñazo. Siempre lo mismo. Pick and roll, face to face. Uno contra uno y paso de todos los demás. No te sorprende nada. Me gusta el baloncesto bonito, elegante, con clase. El basket que nos han traído los yugoslavos, ¡me cago en su puta madre! Este basket control, la mierda esta, mata la imagen del deporte. Con lo bonito que es el deporte del baloncesto. Y yo lidié con esto. Se lo decía a Obradovic: no nos jodas, no nos jodas que tenemos que hacer eso. Teniendo a Sabonis meter 54 puntos, ganar 54 a 50, ¡pero qué mierda es esta! Veinticuatro segundos y ni un puto contraataque. Mira tío, esto es una puta mierda, todos en defensa dando hostias y dando hostias.
¿Con George Karl mucho mejor?
Karl creó escuela en este país. Antes había tres sistemas, pero Karl te daba un libro así de gordo para defensa y otro para ataque. Y en cada partido. Yo me tenía que leer un libro cada semana donde estaba todo previsto. Qué hacer en caso de esto, en caso de lo otro.
Pues parecía un juego natural.
Es que lo que más le gustaba era el juego libre. En España no estábamos acostumbrados. No nos enseñan en la escuela. Aquí, con once o doce años, ya estamos en sistemas. En Rusia hasta los catorce no das sistemas, hasta que no sabes que dos mas dos son cuatro. ¿Cómo vas a meter a un niño de once años en un sistema? Tienes que hacer esto y esto, meterte por aquí ¿cómo le haces esto? Él ha venido a jugar, quiere coger el balón y meter canasta, cojones.
Karl siempre nos decía de jugar libre y a nosotros, que éramos profesionales, nos salía fatal. Y tenía que decir: venga, vale, esto… la cuatro. En cualquier caso esto le gustaba mucho. Siempre que lo hacíamos metíamos dos puntos. ¡Siempre! La gente ya se lo sabía de memoria y aun así metíamos siempre.
Pero a Karl en Madrid le pitaron…
Sí, Madrid es un público complicado. En el Bernabéu pierdes dos balones y te empiezan a llamar hijo de puta, que solo piensas en el dinero y en las tías. Karl tuvo mala suerte porque a principio de temporada se le escapó Petrovic, en diciembre se mató Fernando Martín y yo me lesioné para seis, ocho meses a finales de enero. Su primer año, ¿qué se le puede pedir si pierde de su quinteto inicial a los tres más importantes? No sé ni cómo llegamos a semifinales, ni a la final de la Recopa, que palmamos contra el Bolonia. Era muy divertido entrenar con él. Hasta la defensa, que normalmente es un coñazo de entrenar, lo hacía divertido. Te lo pasabas muy bien con Karl.
Pero antes también se daba mucha estopa.
Había estopa por un tubo. Es que Norris era como una pared. Y Fernando Romay… una vez Jordi Villacampa me dijo: “¿tú sabes lo que es jugar contra Fernando Romay?” Y le dije: ¿Y tú sabes lo que es entrenar con Fernando Romay? Tú juegas contra él una vez al mes como mucho, yo entreno todos los días. ¿Crees que a mí no me pega? A mí me pega más que a los demás.
¿Con quién lo pasaste peor del Barça?
Del Barça el que más cera me dio fue Costa.
Se recuerda poco a algunos jugadores muy buenos como Costa, Solozabal…
En España la generación del 59, Solozabal, Iturriaga, Romay, el indio Díaz, Llorente, eran muy buenos. Ahí empezó a despegar el baloncesto español.
En la transición de los ochenta a los noventa, los nombres que hubo en el Madrid fueron de primera línea mundial: Petrovic, Karl… en fútbol, Hagi, Prosinecki, que eran tal vez los dos mejores centrocampistas de Europa. Sin embargo, las dos secciones fracasaron. ¿Fue una antesala del síndrome de los galácticos?
Quizá. Mendoza hizo mismo que luego Florentino Pérez. Pero Florentino ha levantado el club. Hizo del Real Madrid una máquina de hacer dinero. En aquella época fue muy difícil la transición entre décadas. Perdimos a varios jugadores, yo estaba lesionado. Tardamos cinco o seis años en volver a ganar una liga.
¿No influyó la muerte de Fernando Martín en esa sequía?
No influyó deportivamente. Ocurrió que se había ido una generación, era un cambio generacional más que otra cosa. Había un desbarajuste.
También estuvo la lucha de egos de Petrovic y Martín… ¿cómo encajabas entre ambos?
Nunca tuve problemas de protagonismo. A Fernando le movía mucho más el ego. A mí eso es que me la sudaba en aquel momento. Cuando él no podía meter canasta, me la pasaba a mí y yo la metía. Y la metía seguro, eso sí. Después de cada entrenamiento me quedaba con Petrovic tirando. Él entrenaba mogollón, le dedicaba la hostia de tiempo. Me decía después de cada entrenamiento: “¡vamos a tirar cien triples!”. Y yo al final ya los metía durmiendo. El problema es que Fernando tenía ego, sí. Estos dos eran dos egos extremos. Al final pagamos por esto, por eso no ganamos la liga.
En el europeo Junior de Bulgaria gané a Drazen con la URSS. Le metí 36 puntos, y sin dedito, para casa, adiós, y en la final. Él metió 42 pero no valieron para nada. Ganamos de 10. Le arrasamos, joder.
Fernando no le aguantaba. Y este era muy listo, muy yugoslavo como yo digo. Te venía en plan amigo pero luego… no sé qué, no sé cuántos. Yo viví un año entero con él, en la misma habitación, y no era mal tío en realidad, era buena gente. Majo, generoso. Estaba bien. Pero, ay, el ego, los dos eran… es que ya no había posibilidad de otro tercer ego. Yo de lo que ejercía fue un poco el puente entre los dos. ¿Sí? Oye, dile a Drazen que tal. Y el otro, comenta a Fernando a ver si hacemos eso… De verdad… era…
Y podían haberse complementado mucho. Fernando era un gran jugador, pero no era un gran metedor. Le faltaba eso, tiraba de puta pena los tiros libres, tenía un tirito… básicamente su punto fuerte era el rebote, su físico potente. Y Petrovic era un gran tirador, pero no era una maravilla de jugador. Era muy limitado. Él hacía cuatro cosas muy bien y ya, aunque psicológicamente dominaba el tiempo y al contrario. Era un gran jugador, pero para mí no era Kukoc, que eso sí que era la hostia.
¿Era tan excéntrico Fernando Martín? ¿Es cierto que se iba al monte solo y dormía al raso?
En aquella época éramos un poco gilipollas. También decía que se iba a comprar una granja en Australia. Decíamos unas gilipolleces… Eran los años 80, Madrid me mata, la Movida madrileña, salíamos todas las noches… Decía eso pero yo creo que era mentira. Yo creo que nunca iba. Lo dijo un par de veces, pero igual iba a casa de un amigo y ya. La verdad es que éramos muy dados a filosofar y vacilar a la vez. Pensad que era gente muy preparada. Es decir, tenías que andar con cuidado porque en seguida te metían la puya. Las lenguas mataban. Corbalán, Iturriaga, Romay, que parece mentira, pero tenía una boca… Te mataban.
Recuerdo que en el Madrid salíamos mucho a cenar y luego a tomar una copa. En el año 83, Corbalán decía: “vamos a cenar todos juntos. ¿Con bicho o sin bicho?” O sea, con mujer o sin mujer. Cenábamos, discutíamos, hablábamos. Era muy divertido, creo que era una magnífica época. Me jode mucho pensar que no estaba apreciando en aquel momento lo bien que me lo pasaba. Ganaba dinero, una mierda de dinero nos pagaban, pero en aquel momento estaba bien. Las conversaciones eran intelectuales, por decirlo así, sinceramente. Yo solo tenía dos años de Educación Física en la facultad, pero uno era médico, el otro era ingeniero… y el que no estudiaba era gente con la que podías hablar de cualquier cosa. Leían periódicos, sabían qué pasaba en el mundo, qué pasaba aquí, les interesaba qué pasaba en la Unión Soviética. Había unas conversaciones increíbles. Y después fumar, beber. A mi eso me parecía alucinante.
Cuando hice mi primer entrenamiento en la Ciudad Deportiva fuimos al bar y pedí una Coca-Cola. Y Lolo Sainz me dijo: mira chaval, aquí se toma o agua, cerveza, o vino. Pero la mierda esa americana no se toma. ¿Cerveza y vino? ¿Con el entrenador? En Rusia no podías beber nada, ¡eras un alcohólico! Y aquí con el propio entrenador dándole. Luego los jugadores rusos decían: joder, están todos, los italianos, los españoles, tomando cervezas con su entrenador y nosotros aquí, como gilipollas, bebiendo agua. En Madrid te podías tomar una cerveza con tu entrenador, no tenías que tomártela a escondidas. Eso te tranquiliza.
Aquella época era magnífica. Luego vino otra generación. Sin Juanito [Corbalán] ya no era lo mismo. Vino gente distinta. Con Corbalán e Iturriaga daba gusto hablar.
¿Es cierto que Sabonis se hizo amigo de Petrovic, después de odiarse los dos mutuamente, tomándose unas cervezas en un control antidoping en Seúl porque no podían mear?
Puede ser. Aunque Sabonis nunca me lo ha contado, igual es leyenda urbana. A Sabonis no le gustaban nada los yugoslavos por su forma de ser, por provocadores. Sabas era muy noblote jugando, y todos los rusos también, somos nobles. Y los yugoslavos no. Quitando algunos, como Delibasic. Todos los demás…
Sabonis en el Real Madrid tampoco terminó muy bien.
Poca gente termina bien en el Real Madrid. A mí me hicieron partido de homenaje, pero a muchos no se lo hicieron. De que me iba me enteré cuando me fueron a operar. Es uno de los clásicos del Real Madrid. A un jugador le van a operar y le dicen: oye, no vamos a contar mucho contigo el año que viene. Y dices: joder, muchas gracias. Pero justo antes de llegar a la operación, a las puertas del quirófano. A mí, con dos años de contrato por delante, me dijeron que iba a jugar muy poco. Pregunté quién iba a estar en mi puesto y me dijeron una serie de nombres que… Dije: mira, para que jueguen estos y yo tenga que estar en el banquillo… Con todos mis respetos, son buenos chicos, pero no tienen ni puta idea de jugar a este deporte. Son, joder, peores que yo. Y qué hago yo en esa situación con dos rodillas operadas. Cerramos el asunto y me pagáis el dinero que me debéis. Y me pagaron, pero en cinco años. Que para la chorrada que me debían me lo podían haber dado en el momento, pero bueno. El Real Madrid en aquella época era muy cutre. Había una gente que ni tenía relación con el club, venían y se iban. El entrenador este de Estudiantes, Miguel Ángel Martín, el Cura… con todos mis respetos, puede ser buena persona, pero como entrenador…
Cuando yo me fui le quedaba un año más a Obradovic, que solo ganó la copa de Europa y nada más, el resto fue desastroso. Yo gané mi Champions League y me dije: ya me puedo ir.
Entonces, en el final de Sabonis, éramos amigos, pero estábamos todos separados. Ahora cada uno ya se ha ido a buscar la vida, su sitio en la sociedad. Aunque yo con la gente del equipo sigo teniendo una relación estupenda. Seguimos manteniendo una sección de veteranos del Real Madrid. Organicé algunos viajes a Moscú para jugar con el Dynamo, a Kazajstan. A San Petersburgo. Seguimos quedando. Llevo dos años sin jugar por los niños. Pero somos como sesenta y pico. Tenemos partidos, mucha gente viene a los viajes. Hemos viajado mogollón y nos gusta viajar. Es para recordar viejos tiempos y tomar cervezas.
Lo increíble es que todas las broncas que teníamos cuando jugábamos, todas las movidas, seguimos teniéndolas. Es imposible. Romay haciéndote lo mismo, Antúnez haciéndote lo mismo, el Indio se cabrea con Antúnez… es increíble. El Indio está muy bien, Antúnez está muy bien. Solo nos falta un base tipo Solozabal. Antúnez es muy rápido, pero… esos bases que hemos tenido… mira a Llorente, que me lesionó por pasarme mal, me giré, me crují y la rodilla a tomar por culo. ¡Siempre mal y abajo, el cabrón!
Antúnez siempre pendiente de sus estadísticas, con su musculatura de gimnasio en una época en que no era nada habitual, ¿era el Guti de vuestra plantilla?
Exacto, José era el Guti del baloncesto y sigue igual. Le vi hace poco y, de verdad… (risas) pero está bien seguir cuidándose. Yo me he dejado y tengo la barriga y todo eso. Puedo saltar y eso, pero me da pereza. Y Antúnez la verdad es que no tenía ninguna visión de juego. Sabonis se cabreaba con él ¡buff! Hasta lloraba ¡cómo se puede ser tan malo!, gritaba. Creo que se pasaba un poquito, pero es que se desesperaba. Antúnez era como un mihura, entraba a la canasta y no veía nada más, podías estar ahí solo que nada. Le han puesto gorros… Entrenaba contra Sabonis y una vez ¡pa!, otra vez ¡pa! y otra ¡pa! Joder, tío, a la tercera aprende coño, no entres por ahí. No había forma de explicárselo. Y el tío no era muy receptivo. No escuchaba.
Mira, cuando yo entré en el Real Madrid me pasé un año corriendo al contraataque sin recibir el balón. Porque con Juanito Corbalán te tenías que ganar que te pasara el balón, tenía que confiar en ti. Después de un año corriendo al contraataque, de repente un día me pasó el balón, entré, metí la canasta, me hicieron falta y encesté luego los tiros libres. Pues a partir de este momento todos los balones en contraataque me los pasaba a mí. Pero si fallabas, otro añito más sin recibir el puto balón. Corre al contraataque y todo lo que tú quieras que no recibes ni para Dios. Te tenías que ganar su confianza. Y esto es un base.
Era el último de una generación anterior a la vuestra, de unos valores anteriores…
El tío era muy cabrón. Cuando a él le defendía Solozabal, que era bueno, pero no era Costa, Juanito entonces decía: Chechu, toma, saca tú (risas). Y yo: me cago en la puta, Juan, si este tío me come los huevos… Pero era fantástico… eso de ir hasta la canasta, entre el tiro libre, corriendo, parar y tirar desde ahí. Eso lo tenía muy bueno. Podía meter más puntos fácil. Como Nacho Azofra, que empezó a meter al final de su carrera, cuando de repente descubrieron que tenía un tiro de cojones.
¿Te marcó el Angolazo?
Me dejó tocado. Es que era una mierda de equipo lo que teníamos… ¡una mierda! Yo me lesioné antes de los JJOO, ya me molestó durante todo el año la pierna, pero me jodí justo antes. El pivot era Juan Orenga y era un equipo desastroso. Estuvo la huelga de los jugadores por el tercer extranjero, malas relaciones con la prensa, salidas de marcha todas las noches. También fue la peor época de Díaz Miguel, se le iba la bola cada dos por tres.
¿Dónde se compraba Díaz Miguel las chupas de Miami Vice?
Es que eran los años ochenta, tío. Entre el peinado, las chupas, remangándose las mangas de la chaqueta, joder. Tenía más de cuarenta años y ya sabes eso de la segunda juventud. Esa época en la que queremos ser lo que ya no somos.
Como entrenador nunca me convenció. Era un poco limitado. Cuando estaba bien, hizo bien las cosas, pero francamente creo que nunca ha sido un gran entrenador. Cuando ganamos la medalla de plata en aquel partido contra Yugoslavia fue suerte. Simplemente, acertó. Iba perdiendo de trece, entraron Romay, Llorente y Margall, que era muy buen tirador, sensacional. Hubo un cambio de ritmo y mira, plata. Es que el entrenador no es tan determinante. Hay un libro de Pat Riley, que todos los entrenadores deberían leer, que recuerda un partido donde iban perdiendo de uno y quedaban dos segundos. Magic le preguntó qué hacían y dijo: “¿cómo que qué hacemos? eres Magic Johnson, coge la pelota y métela”.
El entrenador tiene que dominar los tiempos de partido y acertar en los cambios. Luego, indudablemente, influye la relación personal que logre. Ese es el primer trabajo, la psicología. Mira a Vicente del Bosque, qué le va a enseñar a esta magnífica generación que tenemos de futbolistas. Él pone el sistema y sabe que cuenta con tíos de tal calidad que no les tiene que decir qué hacer. Ahora, tiene que haber armonía. Si no, en la cancha o en el campo se refleja. Es el trabajo número uno: psicólogo, psiquiatra, profesor o filósofo, saber llevar al grupo, ¡inteligencia emocional de esa!
Ahí los yugoslavos, en general, el tema de equipos lo tienen muy bueno. En cualquier deporte. Fútbol, balonmano, da igual. Son competitivos y saben jugar en equipo porque tienen muy bien definidos los roles. A veces hay un tío que mete veinte puntos y ya se cree que es la polla. No, perdone, has metido veinte puntos circunstancialmente. Fernando Romay no puede meter veinte puntos en todos los partidos. No tiene capacidad, pero sí cogerte doce rebotes, que son mucho más importantes que sus doce puntos en un partido. Con los rebotes me vale, ya has cumplido.
¿Sientes envidia de la selección actual?
Sí, siento envidia y no lo escondo. Lo vi venir en el campeonato del mundo Junior de Portugal, con Raúl López, Navarro… Gasol todavía no jugaba tanto, pero ahí estaban todos. Mi favorito es Navarro. Por el desparpajo, por la inteligencia. Confía plenamente en sus posibilidades. No le tiene miedo a nadie. Le vi jugar en Estados Unidos y podía jugar tranquilamente ahí. Di que para lo que gana en la NBA prefiere jugar aquí, que allí está el límite salarial y tal. Él lo hizo bien, vio que podía jugar y luego se ha vuelto. En cambio Pau Gasol puede jugar años y años en la NBA, y Marc lo mismo. Marc creo que tiene más nervio, pero Pau es determinante, 2,15 y una altura de brazos impresionante. Tira bien, es inteligente.
Yo, que he pasado años jugando en la selección, sufría. Y ahora cuando viene Tikhonenko a decirme que, joder, qué selección tenemos, que no hay nada que hacer contra ella… Es una pena que poco a poco se les esté terminando el momento. Rusia también empieza a tener algo, pero… bueno, cuando ganó a la selección en el Europeo fue porque España jugó como el culo. Ahí sí que se ve dónde hay un entrenador magnífico, David Blatt, que saca el máximo provecho de un equipo como Rusia.
Este deporte también es carisma. Tú puedes ser limitado y puedes ser carismático. Quitando grandes jugadores como Michael Jordan o Kobe Bryant, que lo tenían todo, Larry Bird era limitado, pero era carismático. Metía sus tiros raros, de la hostia. Le veías y pensabas: cómo ha hecho este blanco esto. Kareem Abdul-Jabbar, son tíos que te marcan en la cancha. Lo ves y sabes que con él no puedes. Es presencia en la cancha. Fernando Martín: dentro de la zona estaba él y nadie más. ¡Nadie más! Daba hostias, sabía cómo darlas. Te dominaba psicológicamente. Eso lo tienes o no lo tienes.
En la selección te sustituyó Herreros…
Creo que Alberto ha sido un jugador clave, que mantuvo la selección a flote. Mucho más importante que mi presencia. Pero es más bien sucesor de Epi. Jugador muy limitado, igual que Epi, que solo hacía dos cosas, pero te ganaba el partido. Haciendo lo mismo siempre. Cuando Epi hacía el cambio por bajo decías: pero coño, quién te ha enseñado esto. Hace poco lo vi y estaba muy jodido de la espalda. Joder, Epi te metía veinte puntos por partido, en todos los partidos: veinte, veinticinco, veinte, veinticuatro… También es verdad que era saca y mete, pero coño, hay que meter y él metía.
En tu época siempre estuvo en duda la continuidad de la sección de baloncesto del Real Madrid…
Toda la época que estuve yo siempre se puso en cuestión la sección de baloncesto. Pero está tan arraigada en la vida de España como la del fútbol. No se puede concebir el Real Madrid sin baloncesto. Eso se acabó todo con Florentino, que dijo: “Esto es lo que hay y punto”.
Definiste al Madrid como “un club de agobio”, en el que “si tuviésemos menos presión haríamos las cosas mejor de lo que lo hacemos. Pero eso es imposible”.
Sigue siendo un club de agobio, pero no hay otra manera, es lo que hay. Jugar en el Real Madrid no es lo mismo que jugar en otro club. Tú puedes ser la polla en el Taugrés y luego venir al Madrid y no es lo mismo. Comparado no tienes la misma responsabilidad. En el Real Madrid tienes veinticuatro horas en la chepa los chismorreos, politiqueos, el equipo, el entrenador, la afición, el contrato que hay que renovar, es la hostia. El Real Madrid es muy complicado. O metes veinte puntos y sales a hombros o no vale nada.
Te quejaste del politiqueo que se hacía con la sección…
El deporte es política. Y siempre van juntos, pero yo decía muchas gilipolleces. Yo me leo lo que decía entonces y pensaba: joder, qué gilipollas. El otro día vi un reportaje que nos hicieron y me daba vergüenza, pero vergüenza, oír lo que decía.
A ti en una ocasión, en esos tejemanejes o politiqueos, te acusaron de “drogadicto” en el programa de José María García.
Esto fue con Mendoza. Pasó que yo tenía un pub, era socio de un bar. Estaba en la Plaza de la Paja. Ahora no tiene nada que ver con lo que era en los ochenta, que estaba lleno de drogadictos. No tengo ni idea de si sigue, han pasado veinte años, pero de ahí salió. Por tener esa historia salió el bulo. También dijeron en Barcelona que era gay. En Barcelona cada jugador del Real Madrid que es bueno y guapito tiene que ser gay. Y también lo dicen de sus propios chicos. No sé por qué, siempre sacan a jugadores que son gays. Aquí, en Madrid, drogadictos. (risas). Aquello mío salió justo en la época de la renovación, tenía que renovar un buen contrato, etcétera, etcétera.
¿Cuánto cobrabas?
Lo máximo que gané fue un millón de dólares. Al llegar, dos millones y medio de pesetas. Encima éramos trabajadores por cuenta ajena y Hacienda nos quitaba mucho, aunque para el 83 era un gran salario. En el 93 o 94, cuando Montero fichó por el Barça, le dieron un millón de dólares y yo pedí otro para mí. Creo que Montero estaba sobrevalorado, era bueno técnicamente, tenía un físico potente, pero no. Yo a José lo conozco muy bien, era un tío cojonudo, pero el base tiene que ser más templado. Él se cabreaba…
Se ha quedado con lo del tapón de Vrancovic en el último suspiro de la final.
Eso queda para toda la vida.
¿Qué recuerdo te queda para toda la vida?
El partido de Atenas de la Recopa del 89. Fue brillante, juego ofensivo, rápido, vistoso. El que mejor recuerdo. Y luego algunos contra el Barça. O cuando jugamos en el Tour en EEUU con la URSS. Nos dijeron que si podíamos ir a jugar allí, nos querían a Sabonis, a mí y a otro que no me acuerdo. A Sabas le hubiera ido muy bien, se fue con treinta y tantos y una pata coja y lo hizo bien. Piensa cómo hubiera sido con 20 años y delgado. Pero allí arrasamos, en el último partido terminamos defendiendo con tres en la tercera prórroga y nos echaron a todos. Luego los americanos nos pidieron disculpas, nos paraba la gente por los aeropuertos por el arbitraje. Nos querían pedir perdón. En los primeros partidos del tour fuimos arrasando, ganando de veinte, y ellos, ya sabes, alguno tenían que ganar.
Los jugadores europeos ahora mismo son los mejores que tiene la NBA.
Antes en Estados Unidos era obligatorio pasar por la Universidad, te enseñaban todos los ataques, la defensa en zona, la base del baloncesto. Ahora les pillan desde la High School y no saben ni leer a veces, coño. Antes les inculcaban una teoría y después iban a la NBA, ahora son la generación del hip-hop. Antes jugabas contra Larry Bird, Danny Ainge, JaVale McGee, Dennis Johnson. Eran más altos, más rápidos y más grandes. Y parece que no corrían. Ellos andaban y tú asfixiado. Ahora ha cambiado mucho.
Las canchas europeas forjan que da gusto.
¡Buf! Recuerdo una anécdota, en el primer año de George Karl. A Anthony Frederick su primer partido le tocó jugar en la cancha del Aris de Salonica. Salimos a hacer el calentamiento, nosotros ya sabíamos el percal y saludábamos con una toalla cerca de la cabeza por si acaso, protegiéndonos un poquito. Pues yo no sé si sabéis cómo eran las monedas de 50 dracmas; eran como las de cincuenta pesetas de Franco. Y él salió, ¡hola, hola!, y le metieron una hostia que se quedó flipado. En Estados Unidos era impensable. Le hicieron una brecha de siete puntos. Y él, joder, si no hemos empezado a jugar todavía. Pero ganamos aquel partido y jugamos muy bien, además. Él no era mal jugador, individualista, pero no estaba mal. Tenía una novia guapísima, una sudamericana con una mezcla de sangre india, negra, joder, qué guapa. Te quedabas pensando cómo la naturaleza podía haber creado algo así. Se perdió un poquito con él porque era muy feo, eso sí, pero bueno.
¿Teníais movida con los jugadores lituanos en la selección soviética por el tema político?
No teníamos ningún problema, pero todos los lituanos preferían jugar con Lituania. Eran todos nacionalistas. Y eso lo comprendo hasta cierto punto, la gente tiene que querer a su tierra, conocer su idioma, son cosas que hay que llevar en la sangre como ser humano… y hasta ahí. Después ya hablamos de otras cosas, pero a mí eso me parece bien. Los lituanos son muy nacionalistas. Y había presión cuando jugábamos allí. Con los del Zalgiris cuando íbamos con el Dynamo había casi hostias siempre. Pero dentro de la selección no había problemas.
Y llegó la Perestroika.
Atrás no se podía ir. El cambio era necesario. O íbamos adelante o… atrás ya no se podía. La gran virtud fue de Yeltsin, de no llevar el país a una guerra civil, que podía haber llegado. No como en Yugoslavia, que es la polla. Yo estuve en Sarajevo nada más llegar a España en uno de los primeros viajes que hice con el Real Madrid, y cuando lo vi después de la guerra… Es increíble lo que pasó ahí, increíble que permitiéramos que pasase esto en el corazón de Europa. Y todos somos culpables. Españoles, franceses, por supuesto los alemanes, ellos los primeros. No puedes decir que los culpables son solo los serbios. Los croatas hicieron la hostia, y los bosnios. Y los kosovares, la polla, ahora se descubre que estaban vendiendo los órganos cuando hace años decíamos que eran las víctimas. Me parece absolutamente injusto decir que unos son culpables y otros no. Me da mucho asco que me manipulen. Lo odio. En una guerra civil nadie tiene razón. Es la mayor desgracia que le puede pasar a un país. Y España lo sabe bien. Y los rusos, que allí también ha pasado.
Te declaraste defensor “a muerte” de la Perestroika.
Pero Gorbachov era un cantamañanas. El cambio había que darlo, claro que sí, pero él no era la persona más adecuada para llevarlo a cabo. Mira China, ha sabido adaptarse. Podemos criticarlos y todo lo que quieran, pero yo les he visto cómo vivían antes de la Olimpiada de Seúl y como están ahora y digo: la polla. Y son mil y pico millones de personas, que hay que darles a todos de comer. Han sabido hacer la transición. En Rusia, nada, como siempre, o hacemos la revolución o robamos todo el país, como así ha sido.
Es increíble. Cómo estábamos cuando me fui y que al cabo de pocos años todo se desmoronara y se fuera a la mierda con Gorbachov. Por cierto, mi tío estudió ingeniería con uno que trabajó con Gorbi. Mi tío fue niño de la guerra y lo mandaron a Cuba porque sabía cristiano, y dio clase con este hombre, que era muy buena persona y muy buen ingeniero. Antes de que Gorbachov llegase al Comité Central había estado a cargo de una región de Rusia. Y decía: este tío, la región aquí donde ha trabajado… arruinada ¿y le mandáis a Moscú? Este arruina toda la Unión Soviética. Y, joder, qué razón tenía. Era muy listo, muy inteligente. Decía: ¿lo vais a llevar a Moscú? ¡joder! (risas) y así fue, la arruinó. Acertó.
¿Cómo fue el impacto cuando llegaste al capitalismo?
Yo había viajado mucho y ya conocía los supermercados grandes. Pero mi madre cuando viajó a España solo conocía las tiendas de barrio. Cuando vio un verdadero supermarket a la americana… Es que en aquella época en Rusia no había comida en las tiendas. Cuando nos fuimos ya empezaba la debacle con Gorbachov, y mi tía Zina casi pierde el conocimiento cuando vio un supermercado español. Es que no había latas de atún: había de esta marca, de otra marca, había miles de latas. Se mareaba. Cuando entró en la charcutería y vio todos los filetes y la carne…
Yo compré mucha ropa al principio, pero es que vine con lo puesto y un traje. Vi lo que la gente compraba y yo iba detrás a por lo mismo. Y ahora es al revés, en España la gente es muy tranquila con la ropa comparada con los rusos. Las mujeres rusas, joder. En ese sentido, de España lo que más me gusta son las personas mayores. Tú aquí no ves personas mayores mal peinadas. Salen de paseo, todas bien vestidas, da gusto verlos. En Rusia están horribles, no les cuida nadie, ni el Estado ni la familia. Aquí es otra historia.
En Madrid te compraste un Porsche y te lanzaste de vuelta a la URSS con él…
Me fui en un viaje de cuatro días y en la frontera me recogieron mis amigos. Ida y vuelta, 4200 kilómetros ida, y 4200 vuelta. Fue en el 86. Viajar en el coche por Europa se lo recomiendo a todo el mundo. Todavía estaba el muro de Berlín, que no lo había visto. Quise pasar al Este, pero no me dejaron. Cómo me iban a dejar pasar con un Porsche rojo ¿a qué, a hacer sufrir a los pobres alemanes? Anda, date la vuelta, me dijeron. Y acojonaban ¿eh? Fui por la noche y los vi con el uniforme que tenían los alemanes, que a mí siempre me ha gustado, y el de la RDA era igual al de la guerra. Y yo, joder, cuando les vi, que mi abuelo ha estado peleando con estos tíos. Luego en Moscú creo que ni conocían la marca del coche.
Contó Iturriaga que tus amigos del CSKA se comían los vasos después de beberse el vodka…
No, no. Yo organicé varios partidos contra los veteranos del CSKA y la Unión Soviética. Rusia era Rusia y Lituania, Lituania, ya estábamos separados. Entonces invitaba al Real Madrid de veteranos y hacíamos una cena con los españoles, que beben la hostia, no te creas que los rusos pueden estar tranquilos, beben de cojones. Y había un tío en una de estas que después del trago se comía el vaso, pero es un amigo mío, un checheno. La primera vez que lo vi lo hizo con un vaso pequeño, que no tenía ningún secreto, pero aquella vez ya fue con un vaso gordo, que aquello era la hostia.
A ti el deporte que te ponía era el Hockey hielo…
Sigue siendo mi deporte favorito. Mi ídolo era Kharlamov, que su madre era española, también niña de la guerra, como la mía. Tú en Rusia preguntas y es Dios. Los partidos de finales de los setenta contra Canadá los recuerdo como si fueran ayer. El gol de Kharlamov fue un clásico, él solito esquivando a todo el equipo… luego los americanos reconocieron que su objetivo era lesionarle y lo hicieron, no podían pararlo. Cada vez que recuerdo su gol al New York Rangers me emociono, de verdad. Yo jugué, y jugaba bastante bien, pero no patinaba muy bien.
Has opinado mucho sobre política española también, del PP dijiste que era populista cuando Matanzo cerraba los bares de Madrid, del PSOE que sufría un divorcio con la juventud…
Eran chorradas, para tirarme el moco, para parecer interesante y gustar a las tías.
Pero en una ocasión en la que Alfonso Guerra os quitó un avión para volver de un partido en Galicia dijiste que España se estaba empezando a parecer a Rusia…
Joder, es que aquella época… no sé si la gente ha viajado a Galicia por carretera ¡Era una aventura! Teníamos ya unas ganas de coger el avión, volver, y que nos lo quitaran es que me cabreó mogollón. Parecía Rusia, joder. Y al final se demostró que Guerra sí tenía mucho morro. Y lo sigue teniendo, aunque eso no quita que fuera un político brillante.
Sobre un tema muy actual, las rivalidades entre regiones españolas, dijiste que comprendías que en la URSS os dijeran que los americanos eran el enemigo, pero que en España no entendías la rivalidad con los catalanes.
Ahí sí que estuve brillante. Para mí sigue siendo igual. Hay una frase, a ver si parezco intelectual, la de Oscar Wilde, de que el patriotismo es el último refugio de los canallas. Cataluña tiene graves problemas con lo que debe, etcétera. Y ahora, que no es que estemos con el cinturón apretado, es que ya no se puede apretar más, en vez de estar unidos, intentar dividir… no me jodas. Si no has podido arreglar Cataluña, intentar sacar esta historia… No entiendo de dónde viene la enemistad entre catalanes y españoles que siempre han estado juntos. Pero qué cojones se habla ahora de separación, si nos separamos nos volvemos más débiles los dos, si es que esto es de cajón.
Ellos tienen que estudiar catalán, pues completamente de acuerdo. Porque es su cultura y su lengua y tienen que saberla. Y si vas allí y no eres tonto, lo aprendes. ¿Pero separación? Con gente que se queda sin sus casas ¿pero de qué cojones estamos hablando ahora? Salgamos de esta mierda y luego plantéalo como tú quieras, pero ahora me parece una puñalada a todos, y a los catalanes en primer lugar. Ahora bien, si quieres tapar otras historias tuyas no vengas de salvador de Cataluña. Que están destruyendo la clase de media de este país. Ni los vascos lo plantean en este momento después de haberlo perseguido toda la vida.
De todas formas soy optimista, creo que España tiene una capacidad de recuperación y adaptación muy importante. Vamos a tardar, costará, pero tenemos sol y es de puta madre, créeme. En Rusia cada vez que venía el invierno, joder, a las cuatro de la tarde de noche ¿qué hago? Aquí la gente es muy alegre. Los españoles están de puta madre. Y vienen aquí los rusos y dicen que es el único país donde los aceptan.
¿Sigues representando artistas?
He cerrado la agencia hace dos años. Ahora mismo estoy parado, gano dinero esporádicamente, mi mujer no trabaja, tengo a mi madre, dos hijos pequeños, la madre de mi mujer está en Rusia. Es un sinvivir, sinceramente. Pero bueno, se busca uno la vida.
Cuando empezaste en el espectáculo confesaste que siempre te había gustado mucho el cine. ¿Qué es lo que más te gusta?
Pues por ejemplo, Clint Eastwood. Pero no el de ahora, ese que dicen que es un cineasta de cojones. A mí me gusta Clint cuando le tachaban de facha, de anacrónico. Ese me gustaba. También decían que Sergio Leone y compañía eran mierda de spaghetti western que se rodaba en España y ahora digo, joder, qué buenas son estas películas. Harry el Fuerte y su frase “alégrame el día”… mmm… (risas)
Y de tu etapa de comentarista con Siro López…
Somos muy amigos. Éramos viscerales. Teníamos que ser del Madrid, que estábamos en Telemadrid y había que animar el cotarro. Nos hemos divertido mucho. A Siro le conozco desde hace treinta años. Nos queremos un montón. Me encantaría volver a hacerlo, es muy buen comunicador.
¿Cómo le va a tu hermano pediatra que vino contigo de la URSS?
Mi hermano tiene trabajo, pero menos. Donde más trabaja es en centros de salud de la seguridad social, le conoce todo el mundo. Es un buen médico. Tuvo suerte de que llegamos antes de que España entrara en la UE y pudo homologar el título sin demasiadas dificultades. Ahí nos echó una mano el Real Madrid. La verdad es que mi familia y yo estamos muy agradecidos al club, nos ayudó mucho. Cuando dicen que es un club señor, es verdad. Por muchos problemas que tuviera, es verdad: es un club señor. Y lo sigue siendo ahora. Llamo y da gusto cómo me atienden. Siempre cuando pueden me ayudan.
Trascendió que tu refrán ruso favorito era “Al mal bailarín siempre los cojones molestan” ¿Tienes algún otro que nos puedas recomendar?
Eso fue por Iturriaga, estábamos tirando unos libres y él todo el rato con que si el balón estaba deshinchado. Y se lo dije: ¡al mal bailarín los cojones siempre molestan! Me lo recuerda siempre. ¿Quieres otro? Este lo recuerda mucho Quique Villalobos. Cuando echaron a un directivo, que no voy a decir su nombre, se fue porque se peleó con el presidente, estábamos en el vestuario y dije este otro refrán ruso: “¡Al perro muerte de perro!”
pantuflo- Moderador
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Re: entrevista biriukov
La iba a colgar ahora, es buenísima, genial chechu.
FRM- Mito y Leyenda
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Re: entrevista biriukov
Estoy de acuerdo con él en algunas cosas, como su manera de ver el basket USA actual, pero en otras se columpia un poquillo. ¿Petrovic y Bird jugadores mediocres?
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Re: entrevista biriukov
habla de limitados no mediocres
epi petrovic y bird enino que dice que no eran completos, pero lo que hacian eran imparables. bird es fisicmente al lado de wilkins limitao , epi con villavampa .petovic con kukoc. los segunos pueden hacer mas cosas, pero los primeros son genios en lo suyo. no creo que este metinose omo pudiera parecer con estos. este tio esta un poco loco, yo recuerdo escucharle hace siglos y era así. lo de antunez me meo. y cuando habla de el mismo seguro que se esta riendo. seria bueno ver la entrevista para entenderla mejor.
epi petrovic y bird enino que dice que no eran completos, pero lo que hacian eran imparables. bird es fisicmente al lado de wilkins limitao , epi con villavampa .petovic con kukoc. los segunos pueden hacer mas cosas, pero los primeros son genios en lo suyo. no creo que este metinose omo pudiera parecer con estos. este tio esta un poco loco, yo recuerdo escucharle hace siglos y era así. lo de antunez me meo. y cuando habla de el mismo seguro que se esta riendo. seria bueno ver la entrevista para entenderla mejor.
pantuflo- Moderador
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Re: entrevista biriukov
pantuflo escribió:habla de limitados no mediocres
epi petrovic y bird enino que dice que no eran completos, pero lo que hacian eran imparables. bird es fisicmente al lado de wilkins limitao , epi con villavampa .petovic con kukoc. los segunos pueden hacer mas cosas, pero los primeros son genios en lo suyo. no creo que este metinose omo pudiera parecer con estos. este tio esta un poco loco, yo recuerdo escucharle hace siglos y era así. lo de antunez me meo. y cuando habla de el mismo seguro que se esta riendo. seria bueno ver la entrevista para entenderla mejor.
A lo mejor por ahí sí. Eran extraordinarios jugadores de baloncesto con físicos normalitos.
Lo de Antúnez lo ha clavao. Hace poco he estado viendo algunos partidos de la época y era el tío más cerril del mundo, incapaz de mover al equipo con fluidez y con la entrada a canasta a ojos cerrados como mejor recurso. Lo de Sabonis llorando porque era muy malo tenía que ser un escojone.
Las hostias de Romay y como se hacía el Sueco. Y lo del tiro plano de Biriukov también era mítico, pero el cabrón las enchufaba.
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Re: entrevista biriukov
No habia visto esta entrevista. Que grande el Chechu. Que cabron, como me he reido con el, aunque no deja titere con cabeza, todos son unos limitados. Que gusto oir a gente con inteligencia. Que generacion, como disfrutamos con ellos y que tiempos, como lo pasabamos
andaluxi- 1 Champions
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