A favor de Mateu Lahoz

La cacería que se ha desatado contra Mateu Lahoz por parte de los tabloides culés, incluidos los de Madrid, es indecente. Se le acusa de ser un tarjetero impenitente centrándose en dos partidos que son el ejemplo vivo de un fútbol insolente.

El primero de ellos es el Argentina - Holanda del último mundial que, más que un partido de fútbol, fue una guerra en la que se pitaron más de 40 faltas entre los dos equipos contendientes. Y hay que recordar que, en dicho partido, que ganó Argentina a los penaltis, las maniobras bélicas llegaron hasta los vestuarios, donde se pronunció la frase más famosa del Mundial: "¡¿Tú que mirás, bobo?!!!", por parte de ese jugador que es "un modelo de educación y honestidad profesional" pasada por hormona del crecimiento, quién, finalmente, se proclamó campeón antes de volverse al Partenón, sin ninguna clase de sanción. La FIFA abrió expediente a ambos contendientes por su asqueroso comportamiento antideportivo en el campo del que aún no se sabe nada, ni se sabrá, porque lo que pasa en el campo de juego se queda allí, si no lo refleja el acta arbitral, y lo que sucede en los pasillos o en el vestuario no merece ni un rosario.

El segundo partido por el que se acusa a Mateu Lahoz es el Barcelona - Español de Liga, que se saldó con un empate justísimo, y en el que los jugadores culés se dedicaron a hablar con el árbitro más que a jugar. Y eso es mal negocio con Mateu, que si te pones en plan de Caperucita cabreada porque tu juego no vale nada, él se pone en plan Lobo feroz y saca la ametralladora amarilla que tiene en el bolsillo y se te come el arroz en un periquete y te monta un acta que parece el libro gordo de Petete.

De las 8 tarjetas que sacó a jugadores del Barsa, 7 fueron por protestar, que es algo que los jugadores culés acostumbran a realizar cuando las cosas no les salen como ellos quieren. Lo curioso es que todas las tarjetas se las sacó a jugadores españoles o procedentes de la Masía. Se ve que lo aprenden allí de pequeñitos: "antes de jugar, hay que protestar, no nos vayan a fastidiar y el partido no lo podamos ganar". Ninguna tarjeta por protestar a los jugadores extranjeros del Barsa, que tienen otra escuela en la que aprenden que las protestas constantes y multitudinarias al árbitro por cualquier cosa, suele costarte una tarjeta y a otra cosa mariposa.

Para colmo, Xavi de España, se marca un solo de clarinete en la rueda de prensa y acusa a Mateu Lahoz de "no haber sabido controlar el partido". Para el entrenador culé, "controlar el partido" significa que se lo dejen controlar a él cuando su equipo intenta descontrolarlo, protesta a protesta y tangana a tangana porque a mí me da la gana. Y por eso se cabrea como una "pubilla" airada por el rechazo del pretendiente al que había tirado los tejos -"a mí Mateu me gusta mucho"- previamente.

Así que nada, se lo digo a toda la prensa culé: si no queréis ver tarjetas de todos los colores al equipo de vuestros amores, dejad de protestar, y aplicaros más en jugar. Que el recurso constante a "la tangana protestona" no tiene por qué aguantarlo ningún árbitro, ni Mateu ni ningún otro y mucho menos el equipo adversario, por mucho que se trate del Barcelona.