Esto es la guerra señores, verdades como puños

Madridistas, vengo a informaros de un hecho trascendental. No lo anuncia la página web oficial, ni mucho menos esos periodicuchos que dicen apoyarnos, pero es un hecho tan cierto como un comunicado oficial precedido por el sagrado escudo blanco:

Estamos en guerra.

¿Contra quién? Juzguen ustedes mismos.



Lo malo será el día que la Prensa se divorcie del club y borre la publicidad de las fotos de las camisetas que aparecen en las portadas o de los paneles de las conferencias de prensa. Pero no ocurrirá, faltaría más, estén tranquilos los patrocinadores. Seguro que si el técnico blindó a sus jugadores fue porque algo grande ofrecerán a cambio en el campo ¿Verdad?

Artículo de opinión de Pedro S. Martín.

Cuando José Mourinho se convirtió el técnico del Real Madrid, se auguraba una nueva era, y no sólo en sentido estrictamente deportivo. En realidad -o eso pienso yo- el sistema de juego, o cómo y cuándo se entrene es casi lo de menos. Lo importante, lo realmente rompedor del técnico de Setúbal, es que Mou es una figura autoritaria capaz de imponerse en todos los niveles. Y eso, desgraciadamente para el enjambre de periodistas que anteriormente vivían de las migajas de información que puntualmente recibían de Valdebebas, incluye a la prensa. Estamos hablando de AS y de Marca, los periódicos que supuestamente defienden al Real Madrid, cuando en realidad no hacen más que emponzoñar la imagen que se tiene del club. Hablamos del periódico que hizo la campaña contra Pellegrini, y del que nos condenó a debates absurdos sobre la titularidad de un solo jugador. Esos periódicos dirigidos por Eduardo Inda y Alfredo Relaño, que de deporte saben tanto como yo de cría de cerdos. Periódicos donde tienen cabida auténticos frikis del mundillo como Tomás Roncero o Miguel Serrano. Los que tergiversan las palabras de nuestros jugadores -pregunten a Sergio Ramos-, o directamente se las inventan -¿verdad, Casillas?-. Sí; esos periódicos.



Mou parece tener una opinión muy clara sobre ellos. Je.

Y esos periodistas se permiten la libertad de amenazarnos, ahora que José Mourinho ha dejado claro que él tiene el poder de cerrar el club a cal y canto, de denunciar filtraciones y de hacer lo que le salga de su santísima libreta, que para algo es el entrenador. Mou, que ha bregado con el sensacionalismo inglés y decretó Silenzio Stampa en el Inter de Milán, no tiene miedo a la horda juntaletrista que nos atiza con una mano mientras con la otra se embadurnan en generosas dosis de Eau de Guardiola. Les debe de haber parecido tal el atrevimiento de José Mourinho -el de asumir las funciones de entrenador siendo entrenador- que todos, absolutamente todos han reaccionado por una vez de forma unánime. Incluso nuestro antaño objetivo y mesurado adalid, Diego Torres, aprovecha cada twitt como la última oportunidad de descargar un palito sobre los riñones del portugués.

Como decía, esto es la guerra.

Nos van a machacar, tenedlo claro; ya nos machaban antes, ahora el más mínimo fallo será excusa para que nos salten a las gargantas. Para que las portadas de los panfletos se llenen de críticas al juego defensivo -superamos el 70% de posesión-, al supuesto ridículo en Champions -fuimos el único equipo español que ganó esta jornada-, o a falsas ofertas de cesión sin sostén ni fundamento -os recuerdo que Steve Gerrard estaba cerradísimo-. En el amor y en la guerra, todo vale, y cuando estamos hablando de la prensa deportiva, ese todo puede adquirir límites absolutamente grotescos.

Y en esta guerra nosotros, los madridistas, tenemos que tener claro el bando en el que estamos. Reconozco que hace unos años, comprar el periódico cada día era para mí un acto de puntualidad casi religiosa. Ahora, sin embargo, el AS o el Marca están absolutamente prohibidos en mi casa, me he autoimpuesto no gastar ni un euro más en esos dos panfletos a color que sólo saben atacar al club al que sigo. Yo tengo claro el puesto que me corresponde en esta batalla: bajo el estandarte madridista, tras Mou y sus muchachos, siempre alentándoles, sin dejarme convencer por el acoso mediático que estamos a punto de sufrir. Ése es el lugar donde deberemos estar todos, ése es el único sitio donde podemos estar. No gastemos más dinero en financiar a los enemigos del club, no nos dignemos siquiera a leerlos en el bar o en la biblioteca. No les hagamos caso, ignoremos sus sensacionalistas portadas, sus diálogos inventados y cutres, su bilis regurgitada en cada columna de opinión. Ignoremos las amenazas, y tengamos muy claro cuál es el papel de cada uno. Como lo tiene nuestro entrenador.

P: De los jugadores que están sanos, sólo se han quedado fuera de la lista Pedro León y Albiol. ¿Le recomienda al primero que acepte la oferta para irse cedido al Milán?

R: Sin comentarios.

P: Hay quien opina que usted utiliza sus comparecencias ante los medios para quitar presión al equipo. ¿Es así?

R: No. Leo poco y no escucho nada. Ya se cansarán.

P: ¿Sería usted partidario de la renovación de Pepe, que está paralizada?

R: Comí ayer con mi presidente, y a él le digo todo lo que pienso desde el respeto. A vosotros no tengo por qué decíroslo. Lo siento.


No les hagamos caso, aunque algunos periodistas nos acusen de idiotas por confiar en José Mourinho -a ellos, por supuesto, les convendría más que siguiéramos a pies juntillas la última columna de Roberto Gómez o Relaño-. Es nuestro entrenador, es nuestro jefe, y le seguiremos al fin del mundo. En la paz, o en la guerra.


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